DREAMS
Según Homero los Oniros
(sueños), vivían en las oscuras playas del extremo occidental del Océano, en
una caverna del Érebo.
Los dioses les enviaban sueños
a los mortales desde una de las dos puertas allí situadas: los sueños
auténticos surgían de una puerta hecha de cuerno, mientras que los sueños
falsos se abrían paso desde una puerta hecha de marfil.
De la tierra surgía un ser; a
su vez, de éste brotaba una figura femenina. Un campo sembrado de criaturas
desconocidas.
«La
noche trabaja en campos que el ojo humano no puede comprender»,
parecía decir una voz colándose por entre los hilos que afloraban a su
alrededor tejiendo madejas de compactos nudos.
El altavoz gritó su nombre
una, dos, tres veces…el vecino de asiento tocó con timidez su brazo:
—¿Es usted P.P.? —Pregunta.
—¿Y usted? ¿Quién es?
—Creo que se ha quedado
dormida. Solo quedamos los dos en la sala por lo que supongo que el nombre
anunciado debe ser el suyo.
Atrapada en la más agobiante
normalidad se dirige a la enfermera que con su hoja de ruta en la mano la mira
con desdén.
—No estamos para perder el
tiempo. —Espeta con gesto torcido la sanitaria.
—Ni yo lo estoy para soportar
sus impertinencias.
—Pase a la cabina. Desnúdese.
Cuando esté lista, avise. —La enfermera lanza las órdenes con tono marcial.
Una vez más en aquel espantoso
e insoportable túnel. Otra vez el ruido machacón que amenazaba con dejarla
sorda para siempre.
—No respire. Respire. No se
mueva. —La voz militarizada de la enfermera fue lo último —o eso creía— que
alcanzó a escuchar.
Inmóvil en aquel túnel
simulador de tumba volvió a ver las figuras flotando en el campo minado de incertidumbre,
confundiendo sueños y realidad. Se acercaban susurrando:
—«No
escribas nada sobre lo que no quieras que pase».
Soñar con los ojos abiertos.
Vivir con los ojos cerrados. Vivimos para soñar. Soñamos mientras vivimos otras
vidas; en los sueños caben todas las vidas no vividas. Las vividas, manipuladas
al antojo por Morfeo.
Y entonces ocurrió que,
Morfeo, dios de los sueños fue castigado por Zeus por haber revelado secretos a
los mortales a través de sus sueños que, deberían haberse esfumado en el
despertar.
Por eso a mí no me gustan los dioses. No obstante, quiero pensar que existe algo más grande que nosotros mismos. Porque nosotros no lo somos ni de coña.
ResponderEliminarMás que creer en dioses, creo en las energías que mueven y nos mueven a su antojo en multitud de ocasiones. Muchas gracias por tus comentarios. Un saludo!
Eliminar