NO ME BAJO EN LA PRÓXIMA ¿Y TÚ?

Hay un tren parado en la estación: El tren 669 con destino al porvenir que, como tal, es incierto. 

El parlante anuncia: «Destinatarios hacía el limbo de la felicidad, dejen sus maletas en el andén, para este viaje no son necesarias».

Con sus andares de corredora inquieta agarra la mochila organizada con todo el instrumental que necesitará a lo largo de su jornada y corre hacía la estación, lugar convertido en el centro de sus anhelos desde que una mañana descubrió acomodado al otro lado de la fila de asientos al ser que ella creyó identificar como el ideal con cabida exclusiva de sus sueños.

Ella, tensa al no poder entablar conversación con él, ignoraba que este, se hallaba en idéntica situación y, con los mismos anhelos e interrogantes que ella.

La historia se alarga a través de los días, semanas, meses…

El universo juega con nosotros a su antojo moviendo los destinos como haría un niño con sus juguetes.

Un día, ella, cumplido el ritual mañanero no imagina lo que ocurrirá…lo que el tren y una inopinada circunstancia momentánea traerá consigo la resolución repentina del incidente que, llevará a ambos a verse las caras de frente por vez primera.

Una vaca tranquila y, en su vida de mamífera, se había aposentado en medio de los raíles. El conductor hábilmente y a tiempo, propinó un frenazo consiguiendo con ello que medio vagón se diera de narices con el otro medio …

Y… ¡Oh! ¡Por fin! ¡Al fin! En ese primer impacto los dos mudos, mirándose sin atreverse a decir, a expresar… ¿Cómo expresar? ¿Qué decir?

El choque que se produjo entre ellos fue el de dos locomotoras a pleno rendimiento. De resultas del encontronazo saltaron todas las chispas que, ni el mismísimo cupido hubiera podido asestar.

A consecuencia del ¡Bendito impacto! Los libros de ella cayeron junto a diversos cuadernos rellenos de anotaciones a los que se adosaba un bolígrafo de tinta roja.

Él, inicia el gesto de ayudar a recoger el material, pero, ella, rápida como el rayo intenta proteger de miradas lo que son sus íntimos tesoros. Y, es en ese roce intuido donde vibra toda una historia nadando hacía arriba, loca por alcanzar la superficie.

—Gracias de todas formas. —Con un hilo de voz temblequeante pronuncia ella.

—Sólo quería ayudar. Perdón si te molestó. —Contesta él.

Y entre disculpa y disculpa pasados y arreglados los incidentes producidos fueron a tomar asientos —esta vez— conjuntos, tratando de disimular lo que por más empeño que ambos se obstinaran en poner resaltaba a gritos: los dos anhelaban la compañía del otro. No había nada que añadir. Desde ese bendito día se esperan en la estación e inician un viaje hacía la eternidad de los sueños.

Son estos amores difíciles, a veces, los que de verdad importan, los verdaderamente esenciales, brillan sobre la vulgaridad de los que navegan en lo rutinario y establecido por esa ley no escrita y pacata que millones de adictos siguen al dictado.

El tren como metáfora de la vida.

*Moraleja: No subestimes el poder de una vaca.









 

 

Comentarios

  1. ¡Me encanta! Me has sacado mil sonrisas en esta poco apetecible mañana lluviosa y gris, cubierta de quehaceres laborales 🥰 Muchas gracias, Consuelo, ojalá lluevan vacas que nos corten los caminos y nos abran otros nuevos. Te mando un abrazo fuerte

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    1. ¡Qué gusto saber que te gustó! es una alegría poder arrancar una sonrisa. Vacas, "haberlas, haylas", solo hay que estar ojo avizor para no equivocarse de "vía". Gracias por tus comentarios, Sara. ¡Abrazos de vuelta y media!

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