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AMARRE

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El temporal trajo al umbral de su choza el cuerpo mutilado de una figura femenina. Él, arrastró su torso durante décadas, con la esperanza de encontrar el resto de apéndices que hubieran podido recomponer aquel baqueteado cuerpo. Cuenta la leyenda que al final de sus días un nuevo temporal devolvió al muchacho las partes olvidadas ya. #Microrrelato a partir de la fotografía de:   Salahuddin Ahmed.

DARK EYES

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Ojos del olvido Miran hacia atrás, Un ciego vigila, Ve su futuro.   #MicroEnDocePalabras  

POMPAS VOLADORAS

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Mrs Sallow y su amiga Mrs Lughty habían encontrado a diez kilómetros de su ciudad un antiguo hangar donde vendían cereales alucinógenos al peso, de la marca «Pitanguinho». Ufanas, ignorantes del mágico contenido de los mismos, compraron a destajo. Sus hijos en plena digestión no podían contarles lo que a sus ojos era una realidad: ¡las mujeres voladoras inundaban la ciudad!             Mrs Sallow y su amiga Mrs Lughty en su ignorancia, castigaron a los niños a comer cereales en el desayuno, la merienda y la cena, de tal forma que, los infantes repetían la cantinela sin parar: ¡La ciudad se inunda de burbujas voladoras transportadoras de mujeres! Cada vez que las señoras oían esto, añadían un tazón de cereales a la dieta de los párvulos… Lejos de remediar el problema de la machacante letanía con la que sus vástagos castigaban a diario a sus egregias madres, la cosa se hizo insostenible, pero ahí está el universo, siempre al acecho. Una mañana camino de la escuela, el paso de los

HECHIZO

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  Me tienes en el recoveco oculto de mi hábitat; a gritos quieres despertar mi alma, pero no estoy hecho para juegos infantiles ni para compartir la mediocridad de tu vivir. Me tienes en el recoveco oculto de tu pupila, pero yo soy invisible. Me tienes en la sombra que proyecta un cielo tormentoso. Me tienes en el oculto rincón donde van a parar los irrealizables pensamientos. Me tienes allá donde el pensamiento no puede tocarme. Me tienes, pero no me tienes. #Microrrelato

EL JARDÍN DE LAS AMEBAS

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  Cuando llegó a aquella ciudad, no tenía un plan claro sobre el cual sustentarse; a que se dedicaría, por dónde empezar. Caminaba descalzo enlazando calles, hasta que, se dio de bruces con un cartel mal escrito con el siguiente anuncio: «Se necesita predicador para los sábados noche». Y, es que, son las cosas las que nos encuentran a nosotros y no al revés. Encaminó sus pasos hacia la puerta raída por el paso de los siglos; iba a llamar cuando ésta, como si detectara al visitante, se abrió ante su presencia. Al fondo del local una señora con más años de los convenientes para ejercer el oficio, la dura tarea del fregoteo y consiguiente recogida de inmundicias desperdigadas por mesas, asientos, suelos…intentaba dar lustre a aquel desvencijado mobiliario a golpe de bayeta. —Buenos días. —Saludó. —Buenos días. Está cerrado. —Contestó la barredera. —La puerta estaba abierta. —Puede, pero aquí no hay nadie, solo yo. —He entrado por el cartel que hay en la puerta. —Pues venga u

EL JARDÍN SECRETO #Microrrelato

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Diez mil kilómetros recorridos. Mil pueblos atravesados y, en la última curva del arenoso camino, con la ropa jironada, los zapatos asemejados a un colador, aparece un jardín relleno de luz. Un haz refulgente, desvelando el secreto hasta entonces escondido.

LA INEFICACIA DE LOS CONSEJOS #MICROCUENTO

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  —¿Qué va a tomar el señor? —Camarero. —Lo mismo que aquella señorita que se sienta al lado del ventilador. —Cliente incauto. —Señor, le advierto qué…—Camarero. —De advertencias estoy lleno. Limítese a ejecutar el pedido. —Cliente. —Bueno, yo lo he intentado, usted verá…—Camarero. La camioneta de la morgue, negra como el horizonte del finado, recogió al insensato que, había quedado doblado cual servilleta sobre la silla. No desestimes el consejo de un camarero; su intencionalidad, a veces es sana.                                                                                             

Ciudad #Microcuento

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  Al penetrar en la ciudad los muros se cerraban herméticamente. No había escapatoria.

LAS TRES MARÍAS

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  Estas señoritas de camisita blanca y canesú conocieron en su día a tres lechuguinos que, compartían con ellas ‘ el haber sido para dejar de ser ’. A MariLó la pretendía un mozo cuya altura terminaba en la inmensidad peluda de sus cejas.  El pretendido pretendiente de MariLoli era rechoncho lo que hacía que sus andares se asemejaran a la zozobra de un barco. MariClemen tuvo un novio que le duró lo que duran los engaños hasta ser descubiertos. Cuando una tarde de domingo a la vuelta de una esquina se topó con el señorito postinero que portaba por la cintura a otra que desde luego no era ella…propinó un zapatazo contra el suelo y emulando a una santa abulense gritó para sus adentros: ¡ni el polvo quiero! (en referencia al polvo que emanaba la tierra que el bobo pisaba, no vayan a confundirse con algún asunto más prosaico). Y así fue como en conjunto, y a raíz de tanta desdicha, tomaron la decisión de largarse a vacacionar a algún lugar del globo donde nadie las reconocería y donde n

CLAROSCURO #MICRORRELATO

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  El portón abierto enseñaba dos pasillos, aunque parecidos, muy distintos. Uno conducía al paraíso prometido a incautos que, creían en magias.  El otro, con menos luz, alumbraba un porvenir desconocido, lo que aumentaba su atractivo, sumado al imperioso deseo de ser transitado.

KoKoNDioS. #Microrrelato.

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  En el surrealista cine de KokonDios , una escena presenta al niño que, tal vez está preguntando con su mirada acerca de su hipotético futuro; libre de cuernos, de lana, de no saber a quién venerar... ¿Quién soy? ¿A qué he venido? Cicatrices imantadas.  * Microrrelato creado a partir de una imagen de  Jono Dry.

A LA VUELTA DE LA ESQUINA. #MICRORRELATO

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Cada noche de farra traía el recuerdo de una noche perdida que, pareciera tomar vida con cada botella vaciada…no era un cadáver ajeno el que allí yacía: era su cadáver… A la vuelta de la esquina, otra vida, otro renacer, otra incógnita espera al acecho...

FUGA DE EES

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  Ecosistema excitante, esquilmador extraviado, esmerilado exilio, escuálido éxtasis. Embellecido empeño, esculpido extraordinario. Extraño extravío, existencia embarrada, elección estrambótica de color esmeralda.

NUBES

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Las nubes son el abanico del sol; esquilmadoras excitantes de extraviado estilo, exilio esmerilado que embarra cada atardecer con la emoción de encarar el espasmódico comienzo que borra la luna exorcizando la noche.  El abanico de nubes enmarca el añil emborronándolo de blancos, grises o negros como el engaño. Los endiosados paraguas enredados en su esotérico ensimismamiento, invocan estáticos la emoliente bebida que, tímida se niega a inundarlos.  Las nubes escriben su novela, más parecida al cuento que cada noche el abuelo inventa para el niño que fue, que es, que seguirá siendo. El cuento tiene una ventaja inalienable sobre la novela, es tan corto que solo permanece en él, el recuerdo de lo que no fue. Calixto no tenía un pelo de tonto, salió al portón de su casa, miró unos segundos al cielo como implorando una goma borradora de nubes, mientras, decía para sí o para no: «Yo no fui, luego, este cuento se acabó». La monumental tormenta que venía recorriendo el Atlas hasta ll

¡MAMÁ!… ¡SE ME HA QUEDADO AGARROTÁ LA L5!

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Vigilio pasaba la mitad del día pegado a la mirilla de la puerta de calle. Su madre que no entendía esta nueva manía le gritaba desde la cocina: «¡Vigi! ¡Ven a ayudarme a pelar patatas!, pero es que Vigilio tenía una razón de peso, de mucho peso, más que de peso, de una urgencia perentoria como era la del fornicamiento, y si se pasaba media vida de vigía, era, por detectar cuando Adelaida la del tercero derecha subía la escalera para atajar la subida, a fin de cambiar el ascenso de la interfecta por escalación de índole más prosaica. Llegado el momento de la conquista —nada difícil por la clara predisposición que mostraba la del tercero—, allí mismísimo, sin que mediara preámbulo alguno se entregaban en cuerpo, que no en alma, al digno arte del apareamiento… —¡Ayyyyyyyyyyy! —¡Qué coños te pasa! ¿Tenía que ser en este preciso momento, cuando mi marido está a puntito de entrar por la puerta? —¡La L5!, ¡La L5!, ¡Socorrooooo! ¡Llama al samur, a los bomberos, a la benemérita, a salv