LOS CUERDOS DEL FRENOPÁTICO



Había visto anunciado en internet el concierto de «DEAD FROM ASCO».

—«Vamos a ver si me aclaro; si por todas partes se anuncia el fin del mundo para ese mes ¿Qué cojones hago yo comprando entradas para el recital?

¡Vale! ¡Lo tengo! Se las vendo a Leo y con lo que saque me pago una corona de flores.

 Mejor espero que salgan a la venta entradas para la gloria, el cielo, la eternidad, lo que sea que sea que haya detrás del apocalipsis».  

La música que llega de repente hasta él, consigue sacarle de sus cavilaciones. No distingue si es un sueño o es él el soñado de alguien, pero esa música induce a pensar que está dentro de un frenopático cuyos conductores ansían para sus habitantes una la locura irreversible.

—«Mucho me temo que este concierto es el principio del fin de un desconcierto. ¡Qué apaguen esa música! ¡Me cagüen en el inventor de un ‘corazónpartío’! la cara es lo que tendría que tener ‘partía’».

—Buenas Gabino. Aquí tienes, de parte del jefe. —El celador le entrega un sobre con el impreso de permiso autorizando la salida de tres días por buen comportamiento.

—¡Gracias hombre! Hasta más ver…

—No te pierdas, chaval…—Dice con sorna el guardián.

Con su petate al hombro agarra el primer bus para Madrid. Siempre que viene le sorprenden los cambios de este pueblo grande que parece no descansar jamás. En esta ocasión el destino burlón le lleva hasta un puente donde ¡Oh no! ¡No puede ser! ¡No puede ser!

—«Esto me pasa por ajustarme la medicación como a mí me da la gana. Ya estoy con las ‘visiones’ otra vez».

No, no era uno más de sus delirios. Allí plantado con su voz de rana estaba el autor del «corazónpartío».

No lo pensó, un resorte desconocido —o lo que fuera que fuese—empujó a Gabi como un miura contra el cantante, de tal suerte que, este salió despedido por encima de la valla yendo a parar al Manzanares, que por si ustedes no lo saben tiene menos de río que de profeta.

Cuando los de emergencias sacaron de ese barrizal al coplero, en los ejercicios de reanimación con cada golpe en el pecho aplicado, salía una rana croando por su boca. Para ser sinceros era lo más parecido a la voz del antes con el después. Una legión de ranas croando y saltando por la tienda de campaña instalada al efecto hacían los coros del «corazónpartío». El juglar se salvó, pero para beneficio de la humanidad cada vez que abría la boca solo podía articular el vocablo: «croac, croac».

—Otro con el síndrome MQETYNLS (miraqueerestontoynolosabes). Cada vez aparecen más, es como una plaga. —Comenta uno de los sanitarios.

 

 

Todo tiene remedio. Gracias amigo Franki, así, sí…

«Regrets,                                                     

I've had a few

But then again,

Too few to mention.

I did what I had to do

And saw it through without exemption.

I planned each charted course,

Each careful step

Along the byway.

And more, much more than this,

I did it my way».

 

 

«MY WAY»

—Frank Sinatra—

 

 




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