LA HISTERIA SOLO ES LA HISTORIA CON UNA LETRA CAMBIADA


En la remota región de Tongomina, lugar que no aparecía ni en los mapas, una buena mañana a un grupo de adolescentes de la escuela rural le entró tal ataque de risa que no había por donde controlar aquello.

El personal del centro como primera medida tomó la decisión, siempre inapelable del castigo.


—¡Todos castigados! De aquí no sale nadie  hasta que el silencio sea absoluto y no pueda escucharse ni el vuelo de una mosca.




Radio Internacional, noticias:

«La pasada noche un grupo de jóvenes a los que no se ha podido tomar declaración ante la imposibilidad de hacerles callar, comenzaron a reírse a carcajadas a las doce de la noche y hoy a las once de la mañana, no hemos conseguido ni con amenazas, imponer silencio».




La noticia a la que en principio no se le dio importancia ni se le prestó atención alguna, comenzó a tomar forma cuando cada día se conocía un caso semejante en distintos lugares del globo. En la tercera semana de este inaudito hecho desconocido para una sociedad gris y llorona que, poco sabía hasta ese momento de la existencia del músculo risorio, la cosa comenzaba a tornarse preocupante. Y, es que, a la risa inicial, fueron sumándose otros derivados como que después de horas en semejante estado los afectados caían desmayados de agotamiento perdiendo así el conocimiento.

Comenzaron a correr todo tipo de teorías. Que si habían consumido setas alucinógenas…que si habían bebido agua contaminada…que sí, que no…que tal vez…




Al cabo de un mes el globo terráqueo era la máscara irrisoria de una película a la que nadie en ese momento encontraba un final. La histeria colectiva contaminaba y propagaba la risa a velocidad supersónica.




 

Eruditos, científicos, gurús…de todo el mundo en un afán de encontrar la medida para salir del percance registraron archivos, bibliotecas, estudios epidemiológicos…

El resultado fue sorprendente. Allá por el siglo XVI hubo una epidemia de baile en Europa, un brote denominado mucho tiempo después como «Coreomanía».

Ese grupo selecto y sesudo de científicos encerrados más de dos meses, inmersos en la tarea de una solución, llegaron a la conclusión de que aquel brote había mutado en el actual, cambiando del baile a la risa.

En una palabra: el mundo se moría de risa bailando.

¡Si esto no es todo un hallazgo!

«La histeria solo es la historia con una letra cambiada».


 




 *Imagen de la portada:

«Ruptura» —Remedios Varo—










 

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