NAUFRAGIO

Un sol de los mal llamados ‘de justicia’, pues nada justo podría acuñar este astro arrasador y desequilibrado, siamés inseparable, inmutable, mala compañía cuando lo que se desea es divisar la esperanzada meta, con la ilusión del arraigo en un incierto porvenir.


Y, cuando el naufragio termina en una playa infecta, inhumana, como el reflejo del arrastre de unos cuerpos nacidos en el lugar equivocado que, en el anhelo de liberación de un destino no elegido, quisieron soñar con promesa de un cambio que en la mayoría de los casos fue sombra de final, de muerte. 





 


Para quien no naufragó en el mar de las desdichas, la travesía iniciaba de nuevo, por otro mar, por otros mares cargados de dudas e incertidumbres en los que no se ponía el sol, y, la esperanza, yacía carbonizada a los pies de una barcaza derretida de incomprensión.






Se habla de las divisiones del mundo…como si en la tierra se hubieran trazado unas líneas divisorias, inescrutables, inaccesibles, inexpugnables…  y, solo la más incongruente, la más apremiante necesidad de supervivencia lleva a la desventura de saltar por encima de ellas… al otro lado.

Comprobar que la desidia es la misma…que la tierra prometida no existe…que todo es reflejo de los incumplidos sueños de una mala hadada que los secuestró…






Hay un primer mundo desde el que se organizan el segundo…el tercero…el cuarto…quizá haya un quinto o un sexto-séptimo…

Los habitantes del primero intentan vivir ajenos al resto de los componentes orbianos, obviando que ellos mismos son solamente una hoja más de la planta de cuyos brotes, mana la gran diversidad integrante del elemento participante.






…Y el atardecer se volvió noche, y la noche trajo un día más de zozobra en aquel barco desrumbado, navegando en la deriva de los sueños y el tiempo y el espacio negados…

Unos ojos oscuros como el abismo enfrentado, abiertos como ventanas al horror vivido que el naufragio forzoso vomita contra una nueva línea prohibida, se rellenan de nuevos espantos, cayendo por el acantilado de un nuevo hundimiento.







Los sueños que llevaron a iniciar el camino de Ítaca, perecieron con el sonido de sirenas implacables girando y bramando sobre sus cabezas, brotaban de un pretendido mundo nuevo más justo, más receptivo, más humano: sueños.

El globo puede dividirse en franjas, pero eso no lo convierte en único. Cada banda está unida por un hilo invisible a las demás. Nada nuevo, todo es continuación de lo ya conocido.

Náufragos somos todos…todos vamos en el mismo barco…

















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