LA MAGIA DEL 7

Sentada a la mesa número siete de una cadena de TV, María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde mira sin disimulo a los operarios afanados en la preparación de lo que será el escenario de un concurso donde se pondrán a prueba las dotes de eso tan general denominado «cultura general», que no tiene nada de universal, y que es menos frecuente de lo que se pretende demostrar.

María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde esperaba confiada en que el concurso «Sietedesiete» fuera su definitivo reconocimiento hacia el lanzamiento «estréllatele». Llevaba presumiendo tanto tiempo con esta posibilidad, que había llegado a interiorizarlo de tal forma hasta llegar a convertirlo en parte intrínseca de su dogma.

Al parecer el nombre elegido por la cadena para el concurso venía dado por la creencia de que el siete guarda entre su nomenclatura una suerte de parámetros que llevan a pensar en la dotación mágica que lo acompaña.

El plató o escenario de aquella cadena de TV, vulgar, y, por lo tanto, de una popularidad obscena, estaba repleto de focos, cámaras y operarios dando lustre al número que sería representado por aficionadas a un estrellamiento efímero en concordancia con el tiempo que dura ese paréntesis entre la adolescencia y una juventud añosa.




María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde se atusa el flequillo, endereza la espalda y con la mirada puesta en el infinito de sus pretensiones se dirige sin titubeo al escenario.

Cuando María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde vino a apercibirse del espectáculo que representaba todo aquello ya no podía dar marcha atrás. Sentada en un sillón de voluntad futurista, el oficiante comenzó el bombardeo preguntatil.

—Buenas noches señorita María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde ¿Preparada?

—Sí.

— «Las siete edades del hombre» es un monólogo que aparece en la obra de… ¿…?

María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde se esfuerza por encontrar una respuesta lo menos ridícula posible. Ni idea tiene del resultado; frota su dedo izquierdo índice contra el opuesto. Adopta la posición del pensante y…

—«El Buscón de Quevedo».

—Incorrecto. La respuesta correcta es: «As you like it» de William Shakespeare.

María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde ensaya un mohín lastimero intentando mantener seco el lacrimal.

—Siguiente pregunta: La expresión «Las siete cumbres» se refiere al grupo de las siete montañas más altas de cada uno de los siete continentes, qué son… ¿…?

María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde consigue dar el nombre de tres, el resto es un vacío insondable…

El director del programa se revuelve en su silla mientras observa la catástrofe que va a representar la emisión de un concurso que él esperaba repleto de gente sabia y que va a dar al traste con todas las previsiones hechas sobre la multitudinaria audiencia que, con toda probabilidad ya ha cambiado de canal.

El presentador sigue con su encomienda: lanzar preguntas.

—«Las siete colinas de: ¿?. / Los siete sabios de: ¿?./ La luna cambia de fase cada …días»…

¡Ni una! Ni un mal acierto tuvo María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde. Durante la duración del concurso esperó en vano que el significado de su nombre se aviniera a proporcionar respuestas correctas. Nada.

La parada de taxi enfrente del edificio ilumina y da luz verde a los pensamientos de María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde.


Cuatro años después:



María de los Milagros Sinsún Nitón-Parraverde profesora de Filología Clásica, especializada en lenguas muertas, explica a su alumnado la importancia del ser, el estar y el figurar, haciendo hincapié en la trascendencia de asimilar cuándo y cómo llega el momento de dar un giro absoluto a todo lo que conformó la vida de un sujeto cualquiera, mientras iba a lomos de un pollino y este de un brinco lo lanzó contra una realidad desconocida que resultó mucho más provechosa y gratificante a lo vivido hasta entonces.

Si no lees: no concurses.

The end.

 

 











 


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