HE VISTO UN FANTASMA
Una historia de fantasmas tan reales como la vida misma.
Negar la visibilidad de
ciertos fantasmas no impide la existencia que les concede su invisibilidad.
Sábado. Despierto temprano. Preparo el desayuno. Me instalo en mi habitación portátil en ristre. En la cocina he dejado al fuego un arroz para que, mientras tecleo, quede listo…y tal, y tal… ¿Y qué tal? ¡Pues que olvido por completo el arroz, la cocina…el fuego!
A mi nariz, es cierto, llegaba un cierto olor a tostadas, mientras, pensaba que:
«demasiadas tostadas estaban haciendo los vecinos o se habían puesto de acuerdo
con poner el tostador todos a la vez».
Comienza a lacrimar mi ojo
izquierdo, abandono la poltrona y me dirijo a la cocina…la cocina fantasma,
porque una densa nube de humo inundando todo el espacio impedía su visión.
¡Me cago en todos los patos de
color verde! La cazuela negra como una playa de lava, el arroz un emplaste duro
y negro, la cocina… ¡la cocina!
Bueno pues nada…que no he
visto fantasma alguno, que todo era real, que mi casa huele todita a quemado,
que he gastado el bote entero del ambientador…que me he ido a la feria del
libro y…
¡Allí sí he visto un fantasma
real! de apellido cantarín, firmando lo que sea que sea que haya podido
escribir…y, entonces, he creído en la existencia verdadera de los fantasmas…y he
llegado contentísima con mi libro de Irene Vallejo, soñando con un té que había
dejado en el congelador…
¡Otra vez los fantasmas! Abro
la puerta del enfriador: ¡fantasma a estribor! La botella ha explotado, el
líquido se ha congelado apegostrando todo bicho que allí habitaba una vida
fantasmal…y vuelvo a recordar la legión de patos verdes que, cual fantasmas,
llevan dos días acosándome…porque ayer me mangaron en la piscina mis chanclas
rosas de marca que con tanto primor estaban a mis cuidados…un fantasma debió de
ser quién se las llevó…
En vuestro pueblo quizá no,
pero Madrid está lleno de fantasmas…y en mi vida hay instalados dos o
tres…depende del día…
¡Ah! Último fantasma, lo
prometo. Ayer me cortaron mi abundante melena que ha pasado a formar parte de una
vida fantasmal. Eso por no hablar de los fantasmas que habitan el piso superior
al mío. ¡De nuevo la legión de palmípedos fantasmales revoloteando alrededor de
mi cabeza!
¡La vida fantasma es la mejor!
#HistoriasDeUnaFantasmaInvisibleConVocaciónDeAlcanzarVisibilidad
Créeme, donde yo vivo también hay fantasmas. Los más malos son aquellos que no parece que lo son, y lo son más que los que sí lo parecen a simple vista.
ResponderEliminarEsto es un axioma en toda regla. Estamos rodeados. Gracias por comentar, ¡saludos!
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