LOS PASOS DEL SILENCIO

 

Las calles recuerdan la savia que un día inundó el deambular de pasos que, llevaban en su impronta un destino preestablecido. 

Nadie sabía entonces del olvido futuro en el que se instalarían los gritos silenciosos de la vida que por ellas transcurrió. Al pasar del tiempo cuando lo que queda por delante es mucho menos que lo ya transcurrido, transitar los muros vacíos, las soledades impuestas, el musgo que crece en la humedad de mil llantos apagados, retomar caminos empedrados en cuyos adoquines quedaron impregnados mis orígenes…es misión que no admite excusa. Mientras la vida va contando sus días y las hojas del calendario caen como en un eterno otoño, rememorar la cuna se convierte en un ejercicio persistente.

Volver la vista, escuchar las voces que el tiempo ha silenciado, las risas, las carreras de los infantes al abandonar la escuela, el abuelo sentado al sol mientras el cigarro va dejando un surco amarillo alrededor de su boca que, durante ese tiempo se consume convirtiéndose en ceniza.

Transitar los silencios. Basta con agudizar el oído para escuchar las voces que duermen tras las paredes que en su día cobijaron cientos de ilusiones de viajes de ensueños…todavía duermen en un baúl…

El viento hoy se cuela por las ventanas rotas por las puertas desgajadas, entre tanto, canta su canción a la espera de que un sol redentor traiga del recuerdo una nueva resurrección.

Las cenizas arden cada día en el interior de la memoria imborrable porque, renunciar a ella sería morir en vida.  

Soñé entre trigales que bailaba con las nubes. Solo fue un sueño, pero durante ese tiempo fui feliz. Todo terminó cuando el sol apareció por el este llevándose del brazo a la noche como haría un buen amante. No se puede soñar a la luz del día.  

Al fondo de la calle comienza un camino empedrado…

*Nota: Fotos de Flores de Ávila obtenidas de: https://fotourbana.com/pueblos-de-espana/  que, han dado lugar a este post.