SUEÑOS DE VERANO

«Sueño de una noche de verano». —William Shakespeare—

Durante la boda de Teseo e Hipólita tiene lugar una obra plagada de fantasía, sueños, amor y magia que se entremezclan en las historias de amor de dos parejas nobles, de unos cómicos despreocupados y un grupo de miembros del mundo de las hadas.

Hoy me siento como en: «La comedia sexual de una noche de verano» de Woody Allen, envuelta en una confusión emocional de la que creía haberme deshecho. Las situaciones no son vacunas.

Crees en momentos de tu vida, envuelta en espejismos que te mantienen dormida en la posibilidad de no volver a caer nunca más. Craso error. No se puede bajar la guardia, al menor descuido ¡zas! Otra vez vuelta a empezar. En esta ocasión abandono la búsqueda del norte, del sur, quiero para mí: mi Este, mi Oeste…no quiero más Nortes que perseguir ni más Sures que perder…me muevo entre Este u Oeste...este mar, este cielo, esta vida mía, este yo imperturbable y ciego, este yo perdonador de agravios, vívido, como solo un alma inquieta y sana puede sentir, amar, perdonar, ser...

Este, Oeste… ¡Oh! ¡este!

Oeste: caminar agotador por senderos que creías conocidos y, que de repente aparecen desdibujados.

Hay días en los que, el universo se convierte en enemigo...en los que buscas un gesto y solo encuentras vacío…hay días, en los que solo el sueño de un verano por llegar, hace que puedas pensar en que el sol genera la fuerza para esperar ese día, ese tiempo en el que de nuevo aparece un cielo esperanzador.

Necesito el sol, necesito un horizonte inmenso de sol, para encontrarte, para encontrarme, para perderme…en el mundo de las hadas, las hadas madrinas, esta vez del sueño de verano de Shakespeare.

Necesito hablar del sol, de la luz, de la inmensidad de un cielo y un espacio abierto.

Me matan los días grises, ese cielo que te encoje el corazón, que atenaza, que aprisiona como lazo al cuello...no puedo…no puedo con el invierno…

Necesito saber que el verano existe que, el invierno acaba, que el frío no es eterno y que al final, espera una sonrisa abierta que abraza y reconforta como el inmenso sol.














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