UN TRANVÍA LLAMADO DESEO
Esos deseos ocultos que viajan
en tranvías estancados entre telas de araña animadas estableciendo sus
tentáculos, nos llevan al mundo de los sueños.
Sin retorno. A veces. Otras,
de retorno a una realidad, la nuestra que, no nos gusta, y preferimos inventar
otra para no morir de ella.
Viajando por el mundo de los
sueños, a veces más real que el que nos ata a la tierra. Ese amasijo de
chatarra que un día tuvo vida que, transportó tantas vidas no vividas, tantos
sueños pisoteados, tantas ilusiones vanas, tantas esperanzas incumplidas.
En medio de todo, el ensueño,
la fantasía de crear; creer que otra vida es posible.
Nos empecinamos en hacer día a
día las mismas cosas, de la misma manera. ¿Cómo esperamos cambiar nuestra
realidad si no movemos una piedra de nuestro pensamiento acomodaticio? de esa comodidad
incómoda que es vivir en constante ensoñación, cual avestruz, escondiendo
la cabeza para no ver, para no sentir, para sentir que estamos en medio de un
sueño y, que una mano mágica nos llevará al mundo de la fantasía... nos
depositará allí sin daño, sin recuerdos, sin prejuicios y sin perjuicios...
A veces, nos pasa esto,
lloramos lo que no hemos tenido, lo que nunca ha sido nuestro, lo lloramos,
como si nos perteneciese.
«Tengo
que coger un tranvía llamado deseo» ...
Por ahí deberíamos empezar, por
intentar coger, pillar, el DESEO.
¡Desear! es curioso, hace un
tiempo me preguntaron qué era lo que más me apetecía, qué querría hacer en mis
próximos cinco años: no supe responder, me quedé absolutamente en blanco...
Más trágico que la falta de
deseo, nada hay...mucho más trágico que no ver cumplido alguno de tus sueños.
La tragedia está en «no desear». En
haber llegado al punto en el que, no haya motivación alguna, esa es la
auténtica tragedia...
Imaginad: viajes cargados de
ilusión, de risas, de complicidad; esos viajes hechos con amigos, camino de
unas vacaciones, en los que no cabía la prohibición de soñar...
Viajes al pasado: los más
terribles, en tranvías que se detienen, chirrían, llenos de polvo; asfixian en
una atmósfera donde ni respirar puedes.
Quieres aterrizar y, como en
los sueños, quedas paralizado, sin voz, estático, pegado al suelo, queriendo
despertar de la pesadilla ¡Qué dulzura desvelarse y comprobar que el mal sueño
ha pasado!
Viajes al futuro: este es, el
viaje a los sueños...donde pones tus esperanzas, tus anhelos de ver cumplido en
el tiempo todo lo inalcanzable...lo que en el fondo de tu alma piensas que no
llegará o que la impaciencia del corazón te hace creer, que así será.
¡Imprudente! (te dices), pero
si consigues dominar esa inquietud, el día FELIZ,
llega, está llegando. Procura que te pille despierto.
VIAJE
presente: ese el más difícil de todos: el que no tiene billete, ni de ida, ni
de vuelta.
Es ahora o nunca...o vives, o
viajas, o te olvidas de viajes futuros...aquí es donde nos perdemos
constantemente, en este viaje sin retorno, entre los pretéritos y los futuros,
nos perdemos irremisiblemente el más emocionante de todos los viajes: ¡LA VIDA!, de una forma apabullantemente
inconsciente.
El ¡AHORA!, este es el extraordinario, la maravillosa isla que, la
cortina del futuro no nos deja disfrutar; la del pasado que nos nubla un
presente fascinante.
A la búsqueda de ese tranvía
llamado deseo, nos hemos perdido la belleza de un viaje que, minuto a minuto
nos enseña los paisajes más inverosímiles que en nuestra ceguera no conseguimos
adivinar.
Viajar consiste en salir de tú
zona de confort para abrir tu mente.
¡BUEN VIAJE!
«Estoy
cansada de esa mentira de hacer feliz a los demás, pero decidme una cosa...
¿De
verdad hacéis esto por mí o lo hacéis para no sentiros culpables?»
Entre sueño y realidad queda un espacio: la vida.
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