ATARDECER EN NEGRO
No era lunes, ni tampoco
viernes, ni otoño, ni invierno.
Aquella era había desdibujado,
emborronado la paleta del tiempo en minúsculos momentos dejándolos
desclasificados.
Antes de que nada de esto
ocurriera, la guía era el minutero del reloj, las hojas del calendario, pero,
ya no, no había días señalados, ni fechas que celebrar; solo un ir con los ojos
abiertos para no tropezar con lo que podía estar al frente o a los lados.
Aquel no lunes, ni abril, ni
enero, de la no hora, en el no cielo, apareció una luz, tenue, al principio,
que fue tomando la forma de algo que se hubiera parecido a un caballo si el
recuerdo del equino hubiera resistido el paso de su olvidada existencia.
RM75 lanzó
un mensaje repleto de signos a LW35;
este último, sin acierto en el desciframiento, acertó a leer: «Hay un caballo colgado en la zona gaseosa».
—Algo falla en tu
intercomunicador, RM75, el mensaje
llega confuso. —El mensaje es remitido.
—Está OK. Ningún fallo.
LW35 que
ni en esta era ni en la anterior había brillado por su perspicacia o al menos
un mínimo de inteligencia, no sabía —no podía recordar— que era un caballo,
circunstancia que hacía imposible el entendimiento del mensaje.
Aquel no lunes de aquel no
mayo, por el no cielo pasó volando una nube negra dejando a oscuras en la
improbable existencia, a un posible no planeta.
En el impasse, RM75 acertó por una milésima segundina a recordar que, hubo un tiempo
en que pájaros de acero volaban llevando en sus buches la carga de un lugar a otro…
Pero ¿Dónde encontrarlos?
Y los días ya no se sucedían.
El tiempo pasó de su estructura lineal a un orden circular…
Y la historia se escribió con
tinta negra en libros negros, que ocultaban así todas las mentiras vertidas en
ellos con el efecto de no seguir engañando a los posibles pobladores que
tomaran el relevo.
👏👏👏👏
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