LOS CERDOS NOCTURNOS
—Abuelo…
—Dime…
—¿Cómo debemos actuar si nos
encontramos con un jabalí montando en bicicleta?
El abuelo superado el impacto
inicial de la pregunta que le pilla totalmente por sorpresa —no por desconocimiento
de la respuesta— sino porque «alguien» conozca la pregunta.
—Primero de todo no deberemos
mostrar asombro, dado que en su tiempo los jabalíes eran grandes o fueron
grandes ciclistas, hasta que una nueva orden mundial cambió arbitrariamente las
normas de todo bicho viviente…
En aquellos albores no había
pueblo, ciudad, carretera… por los que no transitaran estos cerdos salvajes
pilotando un velocípedo.
Es animal de natural tranquilo, siempre que no sienta amenaza sobre sí.
Tímido por naturaleza, cuando no está herido, de lo contrario, aflora toda su dormida fiereza.
Durante el día permanece en su agujero, y al oscurecer, sale; con su buen olfato suple su cortedad visual…prefieren la noche al día. Parece que en la noche la presencia de humanos ya no lo intimida.
A lomos de su caballo metálico
recorren la ciudad anestesiada al amparo de las sombras. Carecen de la buena
fama que se necesita para vagar tranquilos y, ya ha quedado dicho: pacíficos,
hasta que les alcance alguna bala perdida.
—¿Crees que algún día volverán
a tomar las calles con el sol derritiendo las aceras?
—Improbable. Han aprendido que
la noche es mejor compañera, y si bien han de permanecer ocultos, esto que en
principio pudiera parecer un inconveniente es una gran ventaja: no necesitan
gafas de sol.
Los jabalíes, grandes
ciclistas que fueron en su tiempo, han vuelto.
No te asombres, conducen por
la izquierda.
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