LA BRÚJULA
Hay un punto donde se cruzan
realidad y fantasía, donde no se sabe a ciencia cierta qué posición ocupas en
ese momento, y es genial, es una sensación de flotación en la que todo es
perfecto, donde el mal no tiene cabida; ahí es donde quisieras quedarte hasta
la eternidad.
Hay un punto indefinido en el
cual habitas y, del que no eres consciente…hay un punto y aparte, hay un punto
y seguido, hay tres puntos suspensivos…pero el punto que no debes perder nunca jamás
de vista en tu traslación es aquel que apunta al norte: tu norte, no el que
indica la malévola brújula embrujada, cuyo creador, Pietro Peregrino de Maricourt, alquimista para más señas de la zona
de Picardía —el dato de su procedencia pone un punto de duda sobre la utilidad
del artefacto—, invita a creer que has llegado al sitio correcto.
Una vez perdido tu punto cardinal u ordinal, vuelve al
nivel donde empezaste y echa a andar de nuevo.
Cuenta el mito de Dionisio que, envuelto en la locura, vagó
por la tierra hasta que descubrió el jugo de la vid. Según la leyenda encontró
que el extracto de la uva fermentado era capaz de proporcionar inmensa
felicidad. De este modo, consiguió inventar el vino y calmar su locura. Desde
entonces, recorrería el mundo expandiendo el cultivo de la vid. Allá donde iba,
las ninfas ménades, el viejo Sileno y el dios Pan lo acompañaban en sus
caravanas orgiásticas.
Cada cual en su locura busca
el néctar curador. Como guía ha de usarse cualquier motivo o causa que lleven
al descubrimiento de lo que será nuestro punto cardinal, en el cual instalarnos
sin prejuicios hacia el resto de las zonas. Sé tu propio Dionisio, y, que una
buena copa acompañe tu descubrimiento.
Si bebo vino, tiene que ser en compañía, si no, no. Tinto, preferiblemente.
ResponderEliminarTodo sabe mejor cuando es compartido. No le hagas ascos al blanco, que también sirve en según que ocasiones. ¡Salud!
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