CUANDO SER VALIENTE NO ES UNA OPCIÓN



Clementina, antes de que el primer rayo de sol anunciara el día, un haz de luz que apenas si se colaba por el ventanuco de su cochambre, tenía, para ese momento ya, los ojos como los búhos.

Siete hijos, le había dejado en herencia su Pascual, abatido en el campo de una batalla sin sentido, como cabe que lo sea cualquier contienda …

Se tiraba de la cama, sacudía el hombro del primogénito que, con diez años, tenía ya asignada la misión de ayudar a la intendencia familiar; truncados sus sueños de niño, la escuela, los juegos, los amigos…

—Lito, levanta que en un tris comienza a clarear…

—Pero madre ¡si ni siquiera es de día!

—No refunfuñes que vas a despertar a tus hermanos, ¡tira!

Recalentaba una aguachirri de achicoria y tiraba para el campo, costal a la riñonera, a espigar lo que se podía, siempre, con el ojo puesto en la espalda de que no apareciera el guarda de campo y le hiciera devolver lo cosechado.

En el puente del camino Cantarranas, Clemen, se juntaba con las comadres que iban en cuadrilla a espigar. Lito iba todo el camino lloriqueando




—Mira, Clemen, no te parezca mal, pero ¿no sería mejor que dejaras a este gabarro en casa? ¡Se entera hasta el lucero del alba por donde vamos pasando! Vamos, que no necesitamos más chivato para alertar a Jacinto.




Jacinto era el guarda de campo, y, tenía más mala leche que la vaca de la tía Paca, de la que se decía por ahí que, daba la leche verde…

Lito miraba a su madre con ojos de ciervo herido, intentando encontrar clemencia, o por mejor, ver si las palabras de la Antonia habían calado en ella…

«N’á» …no había caso. Clemen, seguía arrastrando sus zapatillas llenas de agujeros, esquivando las piedras del camino y, haciendo caso omiso de los comentarios de su convecina.




La jornada de ese día se dio bien; por el campo habían quedado desperdigadas gavillas sin recoger, bien por olvido, bien por dejadez o vaya a saber el diablo porqué motivo…





De vuelta, con el costal cargado, aparece en el camino el tío Jacinto con ademán de plantarse al frente de Clementina:

—Vacía el saco.

—¿Qué? ¡Ni muerta!

—No te pongas farruca, ¡Vacía el saco te digo!

Clemen, empuña la azada, con el brazo amenazante en alto da un paso al frente:

—Si se te ocurre tocar mi saco, hijo de mil padres, aquí mismo te entierro ¿acaso crees que me das miedo? Mira, mucho tocino tienes que comer para asustarme ¡engendro del diablo! Sabes que lo que llevamos aquí es fruto de todo un día doblando el lomo, ¿y vienes a quitárnoslo? Aparta y deja que sigamos en paz y gracia de dios el camino, o el que se queda aquí, abonando el suelo vas a ser tú, ¡so lelo!

Jacinto, que conoce bien a Clemen, se hace a un lado del camino murmurando maldiciones; pero sabe bien que no puede enfrentarla, so pena, de acabar fiambre y pudrirse al sol de aquella poderosa estepa castellana.

 —¡Qué valiente has sido siempre Clementina! —Dicen sus comadres.

—Hubiera preferido ser cobarde, pero la vida no me dio a elegir.

Sus polluelos esperaban en casa con el pico abierto a que la madre, derrotada, apareciese con algo que echarse al buche…una vida de fatiga y miseria con el único afán de seguir sobreviviendo a costa de todo, de todos.

La vida, como todo, fue pasando; sorteando fatigas entre algún rato que otro de fugaces entretenimientos. Clemen, con su pelo blanco, iba enterrando a los polluelos que con tanto esfuerzo había ido sacando adelante.

—No es justo que una madre tenga que cumplir la encomienda de enterrar hijos. Esto, sabido es, debe ser al revés.

—Qué valiente has sido siempre Clementina…

—Me hubiera gustado ser cobarde, pero la vida no me dejó elegir…

En las noches de luna llena por el pueblo resonaba un aullido, como una queja, como un lamento, como un grito sordo de rebeldía.

—La luna es traidora; un día me hizo creer que en su cara oculta habría un sitio donde poder refugiarme.



















Comentarios

  1. Qué bella la frase que cierra el relato.

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    1. Gracias David. El relato con alguna que otra cosa añadida u ocultada, es real. Me lo contaba mi abuela, y, yo llegué a conocer a la protagonista que, por supuesto lucía otro nombre. Me alegro si te gustó. ¡Saludos!

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