LAS HOJAS DEL CALENDARIO
Hoy es lunes y mañana domingo.
El tiempo, mi tiempo, ha cobrado por arte de
birlibirloque otra dimensión, pasa por mí como una apisonadora de minutos, de
los cuales, no puedo extraer más que el desencanto de la pérdida. Y sueño con
aquellos días donde el tiempo se detenía en cada segundo, donde las hojas del
calendario eran primavera y no otoño, donde los escalofríos que produce el
tiempo no sentido eran traducidos por un sol multiplicador del almanaque.
Quiero mis días y mis años interminables, desde
los que no se adivinaba el final. Quiero mi tiempo. Quiero la promesa de un
tiempo interminable…
¿Quién ha robado mi anuario?
Al menos, cuando se nos acabe, que nos de tiempo a mirar atrás para poder decir que vale, hasta aquí, pero que el viaje mereció la pena.
ResponderEliminarEso sería genial; lo mejor sin duda. Saludos, David!
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