LA MONJA

 

Mi nombre es Adela. Tengo 37 años, estatura, esa que consideran mediana, peso ¡qué sé yo! ¡Si la última vez que me pesé debía de ser marzo del 91!

Hasta a mí me parece mentira que haya llegado el momento. Llevo en estado conventual, es decir que, tomé los hábitos en el convento de las «hermanas auxiliadoras de la redención» que, dicho sea de paso, a mí ni lo uno ni lo otro, no han conseguido hacer vida de esta que yo soy, era, seré...

Con la inestimable ayuda que me ha prestado la super, no por generosidad cristiana sino más bien por el deseo insondable de perderme de vista, me ha alquilado un piso cutre, interior, en el centro de la ciudad, al parecer herencia de una de sus tías. Mañana a las diez me recoge un «urbapifioscar», coche de alquiler que dicen circulan hoy como si fueran taxis, pero que no lo son, ¡tengo tantas cosas sobre las que ponerme al día! —veremos a ver dónde está el timo—si lo hubiera.




Mis pertenencias caben en una bolsa; entré aquí con lo puesto, para que más, me voy con una muda y la ropa que llevo puesta obtenida del ropero de los donantes. También recojo mi hábito por si algún día me da la tentación de volver, prescindir de hacerme uno nuevo.

Llego al número 7 de la calle desesperanza, el nombre de la callecita no invita mucho al optimismo, pero ya puesta y con lo que me ha costado tomar la decisión de cambiar de vida tampoco voy a reparar en nimiedades que desvíen la atención de lo importante, y lo importante a partir de ahora es vivir, vivir, vivir, al contrario de lo que he hecho en los últimos diez años… ¡vivir!…

El pisito no es nada del otro mundo, pero con un par de retoques quedará lo suficientemente coqueto y más que digno, contando con que yo soy poco exigente en ese aspecto y unido a que no vengo precisamente de un palacio será fácil acomodarme a mi nueva situación.

Mi primera salida fue a una tienda de electrónica donde me he agenciado un móvil y un ordenador portátil; acto seguido he contratado línea e internet y aquí estoy sentada en mi cama —de momento no tengo mesa—, navegando ojiplática perdida con lo que se presenta ante mis ojos. ¡Madre del amor hermoso! ¡aquí se puede comprar de todo!

Paso de una página a otra hasta dar con una que es el bazar de las mil y una noches…miro, selecciono, voy añadiendo productos…finalizo el pedido, doy un clic…y ¡milagro! Un mensaje anuncia que en dos días a más tardar tendré en casa mi encargo…quinto, interior, izquierda

Cuando el muchacho se para ante mi puerta el sudor corre por su cara hasta el escote de la camisa que lleva entreabierta, por cuya abertura se adivina un pecho machacado en el gimnasio…pregunta donde quiero que descargue el paquete, le invito a pasar, le ofrezco de beber para mitigar el sofocón provocado por la subida de esa infame escalera y, sin miramiento ni preliminares ni n’á de n´á…le voy dirigiendo hacia donde quiero que coloque el paquete




Una vez terminada la faena, ya sola y duchada, me dedico a despojar los precintos de la caja, dentro la mercancía parece estar correcta. Compruebo con el albarán que no falte nada:

1.—Masajeador Ŝạtisfyęr Pro 5 tres en uno actualizado, Ŝạtisfacęr diez modos de Masaje soplado y Lamer, Succinador Clítoris con función de calentamiento.

2.— Consolador Mujer Realista.

3.— Muñeco Hinchable Hombre Especial.

4.— Bolas chinas anales, bolas tailandesas.

5.— WOMAN Nude - Lubricante natural acuoso.

6.— Set completo de lencería, bragas, medias, ligas…etc…

Todo correcto.

 

Aquella misma noche, dispuesta después del entrenamiento con el cubano-repartidor de la empresa «amazonia», dispuse todo el instrumental sobre la cama; uno a uno fui probando cada cachivache entreteniéndome en el uso y disfrute mientras profesaba una letanía de ¡ay dios! ¡ay dios! ¡ay dios! Esta vez sin rosarios ni cilicios…tanto debí haber gritado que, sin pretenderlo y mucho menos quererlo, llamé la atención de mi vecino Lolo, asomado a la ventana de la cocina me gritaba: ¡Adela! ¿estás bien? ¿te ocurre algo? «vaya si me ocurre, pero necesitar, lo que se dice necesitar…pues de momento no, pero si quieres dentro de un rato…»

—¡No! ¡tranquilo! ¡es que me he pillado el dedo gordo del pie con la puerta del baño!

—¿De verdad que no necesitas ayuda? ¡si quieres paso y le echo un vistazo a tu pie…

—Bueno, si insistes…

Lolo es enfermero, pasó, me miró el pie, vio que no tenía señal alguna de accidente, me miró y antes de que preguntara nada le tapé la boca, le empujé contra la cama rebosante de artefactos y…




A la semana siguiente volví a contratar los servicios del «urbapifioscar». No es que me apeteciera mucho, a decir verdad, pero como tardaría en volver quise hacer a mis antiguas compañeras una visita de cortesía con presente incluido…saludé educadamente, me despedí de la misma forma, dejé mi caja en la mesa donde tantas veces habíamos compartido comidas y me largué con viento fresco. Con mis dos pasajes para La Habana, el «urbapifioscar» esperaba en la puerta de mi casa con el cubano ya instalado y las maletas depositadas en el interior, partimos hacia la gloria que, para quien no lo sepa está aquí, lo de san pedro es una leyenda y además no tiene confirmación…

¡A buena hora me hubiera yo recluido en aquella cárcel de haber conocido la existencia de todo este arsenal!

A la vuelta de La Habana con el entrenamiento adquirido allí entre clases de baile y gym, me hice stripper…el cubano es mi manager. Encontramos un local, hicimos unos arreglos hasta conseguir dejarlo apto para el negocio que pretendíamos montar; un lugar asequible donde relajar la vista y lo que surja… Yo, de estrella principal, más un coro de strippers para arreglar el conjunto.

En el convento las sonrisas –ya no tan beatíficas- se han multiplicado como el milagro ese de los pe(a)nes y los pe(nes)ces…

Creo que están comenzando a tener dudas razonables sobre que el hijo de una paloma pueda llegar a ser su redentor. En su día yo recalé en aquel lugar con el taladramiento de esta arenga hasta convencerme de ello…pero claro, todo llega más pronto o más tarde, hasta el más inocente de los seres acaba por despertar.

Continuará –o no- todo depende…




Comentarios

  1. Erotismo fino, y aquí entre nos, quiero conocer a Adela.

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    1. Hay una segunda y hasta una tercera parte en marcha. Conocerla va a ser difícil, pero de entrada te diré que no es un personaje ficticio del todo. Igual a estas alturas anda por tierras mejicanas...tú: ¡ojo avizor!

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  2. Creo que la monja causará estragos. Que Dios la perdone por su liberación.

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    1. Ante la ausencia total del inexistente, creo qué está más que perdonada...

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