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¡ME HE COMPRADO UN SUJETADOR!

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—¿Cómo dices? —¡Qué me voy a comprar un sujetador! —Pues ha sonado como un: «Mamá me voy a la guerra». Es que, es algo peor, mucho peor. Una experiencia extrasensorial, kafkiana y, casi rayana en lo paranormal. Así empezó un día de tantos en el que ya no pude aplazar más la cuestión. Venía resistiéndome desde hacía tiempo. La situación de mis «sujetatetas», entraba en fase de indigencia total…total, que ahí, con estoicidad manifiesta, me encaminé a… ¿Cómo se llama el establecimiento dónde venden estos «obuses»? ¿ferretería? Nunca se me dio bien la cuestión, pero es que, desde hace un tiempo, la cosa se ha puesto peliaguda, a tal punto que parece necesario un máster en física cuántica —para no morir de fracaso en el intento de dar con la pieza adecuada—. Una vez elegida la tienda en litigio, procedes a la inmersión en un mar de dudas,   —imagino aquí   un biólogo marino buscando a Neptuno—, buscas, miras, remiras: «este no; este tampoco; este menos»…y así, hasta la extenuaci

TURBULENCIAS DEL 68

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En la mañana de aquel mayo del 68 los pájaros cantaron al revés. Pierre se levantó con el ánimo torcido. Desayunó a la carrera, se vistió a contracorriente, —¿Qué más da? —pensó—, total y para lo que me espera igual podría aparecer desnudo. Sumido en sus cavilaciones no había reparado en el reloj de pared, parado en las tres y siete minutos. Continuó yendo y viniendo por la casa, desorientado. Su cabeza era un hervidero de ideas, no conseguía pensar con claridad el siguiente paso que debía dar. Mal vestido se lanzó a la calle: silencio. Desierta, como si la humanidad hubiera desaparecido durante la noche. Sintió un escalofrío que lo dejó parado un instante en medio de ese vacío. Siguió adelante hasta desembocar en una plaza donde se habían concentrado pequeños grupos entre los que sobresalía un cabecilla tratando de convencer con su alegato a los reunidos que, miraban con recelo sin entender muy bien el mensaje de ese fulano del que, en principio, desconfiaban. Se decía en los mentid

¿AMNÉSICA? SÍ, PERO POCO.

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Despierto con la indefinida sensación de siglos de sueño sobre mi espalda, como si cargara sobre ella un peso imposible para mi envergadura. Hablo de percepciones porque en un intento desesperado por tratar de recordar como he llegado hasta aquí, no aparece nada…solo la nada inunda un todo vacío. No hay dolor físico por más que los músculos gritan a una: «nos han apaleado».   «Esto tiene toda la pinta de un aterrizaje forzoso» —pienso. A través de mis párpados se cuela una luz azul, potente, irredenta, como si de una aparición fantasmal se tratase.   Todo es nuevo, no consigo reconocerme sobre el terreno, tampoco físicamente al verme reflejada en el espejo de esa cosa metálica con la que amanecí, resucité o lo que quiera que sea que esté pasando, porque hasta este punto, no consigo poner en orden nada de nada. Desde el primer momento y en medio de esta distopía, supe que, algo había cambiado sin saber el cómo ni el porqué. No solo aquel extraño presentimiento que recorría mi c

LA BUENA EDUCACIÓN

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Todo empezó aquella mañana nebulosa cuando mi madre me dejó por primera vez en la escuela. Sentí que me abandonaba en aquel mundo desconocido con la sensación de que jamás volvería a verla. Entré en pánico, llorando, como solo puede hacerlo un niño de tres-cuatro años  —creo que tendría— en ese momento en el que  se siente inundado o desprotegido. Me agarraba a su falda como si quiera incrustarme en ella, en nada me consolaban las palabras de la que iba a ser mi primera maestra, palabras cariñosas, promesas de lo bien que me iba a encontrar allí. Inútil todo intento por parte de las dos —mi madre y mi maestra— paralizada por el miedo no creo o no recuerdo que a esa edad los recursos adquiridos sean suficientemente efectivos para dominarlo. Luego se suceden las diferentes etapas en las que te van adoctrinando y convirtiendo en una niña buena , trabajo de campo que lleva toda una vida después, en el intento por enmendar en lo posible esa labor que con tanto ahínco llevaron a cabo nuest

DESLUMBRAMIENTO

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Desde ese tiempo remoto en que nos contaron la historia de tres magos que, entre otras cosas, conseguían la maravilla de regalarnos —o no— una vez al año eso que ni siquiera sabíamos que necesitábamos. La ilusión de la espera, la decepción de la llegada, todo aceptado con el bien conformar de una educación que los niños de hoy no entenderían, o peor, la observarían como si de un marciano se tratara. ¿Qué se celebra en navidad? Sin entrar a valorar lo que pueden mover ciertas religiones y, respetando el libre albedrío de cada cual, me cuesta aceptar lo que veo a mi alrededor. Deseos de paz y felicidad son atributos de fácil encandilamiento; mejor si se llevan a cabo durante todo el año, porque de verdad que así no sirve. No sirven ya por obsoletas las fórmulas del pasado y, todo queda en aguas de borrajas que no por mucho repetir llega a hacerse verdadero. Si de verdad es tiempo de reconciliación y paz dejemos de mirar nuestro ombligo y volvamos la vista atrás, a la derecha, a l

UN PEZ AHOGADO

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Están los perdonavidas y, los que quizá porque no saben perdonarse a sí mismos tratan por todos los medios de colocar su mediocridad al prójimo. Aquellos que te miran con todo el rencor acumulado de siglos del cual se desprende que algo mal debe andar en sus vidas para que tú seas el objeto de su aniquilamiento. Hay lágrimas necesarias; necesarias en el plano fisiológico que, de otra forma y sin salida el cuerpo reaccionaría váyase a saber de qué manera. Muy conveniente es saber elegir los enemigos y las batallas, de esto, dependen en gran medida, sino en todo, el resultado de la contienda. Demasiado harta, esa es la palabra, hubiera utilizado cansada, pero no, es hasta el hartazgo donde me llevan actitudes provocativas de las que no creo formar parte ni ser objeto útil; nada tengo que ver ni batallar con los conflictos que me son ajenos no porque pierda interés en lo concerniente a la parte humanista, sino todo lo contrario. Me parecen actitudes, actos deshumanizados traídos a

AMANECE QUE NO ES POCO

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CARRERA 90 ANIVERSARIO UNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID. Un buen día en Madrid, para un evento sobre el que inicialmente me asaltaban todas las dudas acerca de la comparecencia o no de asistir. Al final se impone la inconsciencia ganándole al miedo, y, allá que me presento. Una vez más contenta de comprobar lo erróneo de mi forma de contrabalancear.  El camino no ha sido duro, no he sufrido en momento alguno y, alcanzar la meta me ha parecido el mejor regalo que podía hacerme. Hay elecciones que entre todas las dudas iniciales te llevan a la clarividencia. Con toda la carga preliminar de contras al final te lanzas sin paracaídas, con el gusto de comprobar que eres fuerte donde no creías serlo; algo que mueve al puedo de parcelas inexploradas, con la satisfacción de constatar que en multitud de ocasiones eres tu peor enemigo a la hora de tomar decisiones. El día de hoy ha sido una prueba importantísima para mí, revisando patrones que al parecer o de seguro solo están en mi cabe

SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA

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Siempre me gustó la buena gente, esa carente de dobleces, sin la mezquindad del apuñalamiento trasero y, sobre todo, por encima del absoluto, la que te proporciona una sonrisa o una risa a mandíbula abierta. No me adapto, soy incapaz y negada para tener o estar al lado de alguien que no me haga reír. Lo he dicho en muchas ocasiones y una vez más lo reitero: «Si me haces reír me tienes ganada». Quizás no supe elegir en cada momento lo más conveniente, pero me libré de las toxicidades a ritmo de rock and roll. Mi aterrizaje en según qué lares a veces no está programado, bueno, nunca programo nada, soy de moverme a impulsos y por intuiciones, estas últimas, aunque certeras, llevan a más de un equívoco y la mayor parte del tiempo no les presto atención, para terminar comprobando que, debería haberlo hecho. Mi último aterrizaje me ha llevado a descubrir un mundo que, en principio me resultaba apetecible y añorado por mucho tiempo. No fue fácil como no lo es casi nunca el principio de

CÁSATE CON UN IMBÉCIL

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Así de entrada puede parecer una «imbecilidad», pero no, no lo es en absoluto. Trataré en la medida de mis posibilidades de desentrañar lo que conlleva unirse por un rato largo o corto a un cretino. Al inicio de la aventura —que buena definición— ya desde ese momento hay algo que no te encaja, algo así como si se te encendieran todas las luces rojas. No haces caso de las señales porque como siempre piensas: «son cosas mías, seguro que me equivoco». Ese es el primer dislate, no reconocer todas las señales que te lanza el universo —el universo que es él—. Primer aterrizaje forzoso. Segundo alunizaje: «este tío es idiota por más que yo me empeñe en disfrazarlo» . Y, nada, sigues, sigues…como casi todo en la vida el asunto requiere de entrenamiento. Es duro, son horas y horas de adiestramiento hasta que llega el despertar. Todo esto viene a cuento porqué una amiga acaba de anunciar que se casa —espero que no lea el blog—. La intención era escribir un post irónico a fin de quita

A LA SOMBRA DE UN CARACOL

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Al nacer nadie advirtió al caracol que toda su vida habría de ir cargando el peso de su casa. Nunca se quejó, no conocía otra forma y, en su ignorancia era feliz. No sentía el peso como carga sino como un destino nómada. Vivir, andar de un lado a otro sin la previsión de un techo. Protegido y seguro; lento, pero consciente de su andadura en el peregrinaje… Hojas en blanco, mente en blanco, todo lo bueno y malo que hay en el mundo pasaba por su retina, ciega a los efectos oportunos o inoportunos que en ocasiones cruzaban su horizonte. —«Si estás seguro: ve. —Si ves y no estás seguro: arriesga. —En el riesgo está a veces la claridad». Se decía cada vez que sus pensamientos trataban de confundirle. Hay vidas tan emocionantes como la del caracol. Poco o nada arriesgadas, sumidas en la oscuridad de su concha de la que no logran desprenderse porqué el solo intento les paraliza. No existe peor coraza que el miedo. La vida es una sucesión de actos irrepetibles e incontrolables

DE PERROS Y AMOS

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Me pregunto qué culpa soportarán algunos animales al tener que soportar según qué ídem por dueños. Añadidos a los ya inconvenientes que tiene Madrid, dónde cada día hemos de lidiar con mil y una tortura, vienen a sumarse una tribu de personas de ética y deficiente educación más que cuestionable. Uno de los lujos de esta ciudad es su Casa de Campo , en la cual acostumbro a relajarme cada día que el tiempo me lo permite. Hasta aquí todo perfecto. Pues bien; una tarde cualquiera en la que voy disfrutando de mi caminata y todo lo que ofrece la naturaleza; tranquila, relajada…caminando. Y, de repente… ¡Zas!...siento un lametazo —fue apocalíptico— en mi muslo izquierdo. Solté tal grito que creo puse a funcionar el campanario de la Catedral de Burgos, un susto con mayúscula de grado superior. Giro la cabeza y…¡oh! ¡Un perro! ¡Deleitándose a su gusto! Con la piel como escarpia le comenté a la dueña el susto enorme que me había dado… —Yo: tiritando. —Ella: ni disculparse. De dere