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UN HUMANO EN EL JARDÍN

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  Una vez tuve un sueño. En la jungla aparecieron por arte de birlibirloque unas extrañas plantas a las que los aborígenes concedieron reunidos en asamblea y, así se acordó denominar con el título de: «seres humanos»  a aquellos raros brotes.   La estación de las lluvias contribuyó a la extensión de los hasta entonces inusuales arbustos. Los nativos no podían adivinar hasta qué punto acababan de poner nombre sin saberlo a quien en un cercano futuro se convertirían en sus exterminadores.  Un minuto de debate puede llegar a ser depositario de un siglo de sabiduría, lejos de la presunción cleptómana que el espacio intenta arrebatarle y, dejando de esa forma huérfana la sapiencia adquirida por un grupo que siempre presumió de lucidez en sus decisiones. Hoy los «seres humanos» habitan selvas creadas sin juicio. De fondo suena la música de un réquiem por la jungla perdida, convertida la pertenencia al sueño de alguien extraviado en la utopía de lo que pudo ser y no fue.

LA MONJA

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  Mi nombre es Adela. Tengo 37 años, estatura, esa que consideran mediana, peso ¡qué sé yo! ¡Si la última vez que me pesé debía de ser marzo del 91! Hasta a mí me parece mentira que haya llegado el momento. Llevo en estado conventual, es decir que, tomé los hábitos en el convento de las «hermanas auxiliadoras de la redención» que, dicho sea de paso, a mí ni lo uno ni lo otro, no han conseguido hacer vida de esta que yo soy, era, seré... Con la inestimable ayuda que me ha prestado la super, no por generosidad cristiana sino más bien por el deseo insondable de perderme de vista, me ha alquilado un piso cutre, interior, en el centro de la ciudad, al parecer herencia de una de sus tías. Mañana a las diez me recoge un «urbapifioscar», coche de alquiler que dicen circulan hoy como si fueran taxis, pero que no lo son, ¡tengo tantas cosas sobre las que ponerme al día! —veremos a ver dónde está el timo—si lo hubiera. Mis pertenencias caben en una bolsa; entré aquí con lo puesto, para q

LOS PASOS

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  El suelo se derrite bajo la lluvia. Tras los pasos impresos en la humedad de las losas ella camina bajo el aguacero; manga de agua inaccesible ya a su interior. «No hay prisa». El mundo escondido tras el velo de niebla presagia un porvenir libre de paraguas, necesarios quizá para protegerse de un sol capaz de derretir los diluvios vividos. Al tren perdido le sucede el pitido que anuncia la salida del siguiente. Los pasos perdidos. El alma mojada. #Microrrelato

INGRAVIDEZ DE LA PALABRA ESCRITA

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    Miles de vidas vividas desde su poltrona;   viajando entre páginas, con cada letra, con cada palabra, orfebres de la escritura que, acabaron por proporcionarle las alas auxiliares de un vuelo llamado imaginación. En estado de ingravidez, suspendida de la magia que otorgan las palabras vívidas desde que toman posesión del blanco papel haciendo de él su casa. Atalaya desde la que se divisa un mundo cuasi perfecto. La vida se va entre, unas veces derechos renglones, otras, torcidos… #Microrrelato * Imagen de: Angie Hiesl

TINIEBLAS

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  La luz refleja entre tinieblas las siluetas de transeúntes ciegos que, caminan de espaldas a ella. No ven nada sino su propia ignorancia. Pasajeros errantes, ciegos, caminando de espaldas a la claridad. Ella, refleja sus contornos, sabedora de la ignorancia prendida en la venda que, cubre el vacío de los muertos ojos. #Microrrelato

UN CRUCERO FANTASMA

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  Fue poner el pie en el primer peldaño de la escalinata que conducía a la nave y, simultáneamente, sentir como un irr econocible frío tomaba posesión de él . Renato no dio importancia alguna al inconveniente mientras seguía saltando de escalón en escalón. El buen juicio del que este ser no era precisamente titular, habría aconsejado tener en cuenta esa ventisca interior, pero, dicho está, Renato era muy a su pesar un temerario juez de sí mismo. Una vez instalado en su camarote dedicó treinta segundos carentes esmero a vaciar su mochila; apenas cuatro indispensables para aquel viaje que preveía corto. A saber, cuatro pañuelos perfumados de los que jamás se separaba, un par de fotografías, una pluma y una libreta que a decir verdad usaba poco o nada. Terminada la intendencia y con las tripas anunciadoras de la falta cometida con ellas a la hora de tranquilizarlas, las interfectas se arremolinaban unas a otras proporcionando un ruido a la estancia que, cualquiera que hubi

IMPREVISTO

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Yo no quería aceptar su propuesta, papá intentó atarme pensando que así me tendría controlada. No supo medir sus fuerzas o simplemente el nudo corredizo de la cuerda realizó su función. El teléfono sonaba al fondo, mamá ya no contestaba y, yo quería deslizarme desde la otra dimensión y contestar, contestar que era yo, que simplemente me había mudado. 

LÁGRIMAS

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  Dónde irán las lágrimas guardadas de las madres huérfanas, Que riberas regarán. Dónde crecerán las flores que un día inundaron sus ríos secos hoy. Dónde están las madres huérfanas, Dónde el fruto de su orfandad, Dónde las lágrimas caídas, Dónde las que guardaron para el largo camino a transitar en soledad. ¿Dónde se guardan las orfandades ausentes? ¿Dónde las presentes? ¿Dónde van las lágrimas secas, impresas en el obituario final?

LOS ZAPATOS DE LA DISCORDIA

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  Con solo meter la puntita sus gritos retumbaban alcanzando la fachada de edificios situados a tres manzanas… —¡Ayúdame, por favor! ¡Empuja, empuja, empuja! —¡Sí es qué no colaboras coño! —Hago lo que puedo lo que pasa es que tú no te conformas con nada, siempre encuentras algún inconveniente para no sentirte satisfecha. —Si tú en lugar de la fuerza te emplearas a fondo con maña y salero igual no tendría motivo de queja… —Y si tú no fueras tan meliflua dejarías los lamentos para ocasión más merecida… —¡Qué me saques el zapato ya de una puta vez! ¡Coño! Ni me gusta ni es mi talla. ¿Para qué me compras nada si sabes que no me va a gustar? Gustavo tiró con fuerza del escarpín dejando a MariadelosDolores con el dedo gordo del pie hecho trizas. Antes de que la cosa fuera a mayores y la dolorida pudiera tomar venganza, él agarró la caja, introdujo los zapatos, tiró la gabardina sobre su hombro y a toda prisa, dando un portazo, salió a la carrera agarró la calle como si fuera a

AMARRE

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El temporal trajo al umbral de su choza el cuerpo mutilado de una figura femenina. Él, arrastró su torso durante décadas, con la esperanza de encontrar el resto de apéndices que hubieran podido recomponer aquel baqueteado cuerpo. Cuenta la leyenda que al final de sus días un nuevo temporal devolvió al muchacho las partes olvidadas ya. #Microrrelato a partir de la fotografía de:   Salahuddin Ahmed.

DARK EYES

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Ojos del olvido Miran hacia atrás, Un ciego vigila, Ve su futuro.   #MicroEnDocePalabras  

POMPAS VOLADORAS

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Mrs Sallow y su amiga Mrs Lughty habían encontrado a diez kilómetros de su ciudad un antiguo hangar donde vendían cereales alucinógenos al peso, de la marca «Pitanguinho». Ufanas, ignorantes del mágico contenido de los mismos, compraron a destajo. Sus hijos en plena digestión no podían contarles lo que a sus ojos era una realidad: ¡las mujeres voladoras inundaban la ciudad!             Mrs Sallow y su amiga Mrs Lughty en su ignorancia, castigaron a los niños a comer cereales en el desayuno, la merienda y la cena, de tal forma que, los infantes repetían la cantinela sin parar: ¡La ciudad se inunda de burbujas voladoras transportadoras de mujeres! Cada vez que las señoras oían esto, añadían un tazón de cereales a la dieta de los párvulos… Lejos de remediar el problema de la machacante letanía con la que sus vástagos castigaban a diario a sus egregias madres, la cosa se hizo insostenible, pero ahí está el universo, siempre al acecho. Una mañana camino de la escuela, el paso de los

HECHIZO

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  Me tienes en el recoveco oculto de mi hábitat; a gritos quieres despertar mi alma, pero no estoy hecho para juegos infantiles ni para compartir la mediocridad de tu vivir. Me tienes en el recoveco oculto de tu pupila, pero yo soy invisible. Me tienes en la sombra que proyecta un cielo tormentoso. Me tienes en el oculto rincón donde van a parar los irrealizables pensamientos. Me tienes allá donde el pensamiento no puede tocarme. Me tienes, pero no me tienes. #Microrrelato

EL JARDÍN DE LAS AMEBAS

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  Cuando llegó a aquella ciudad, no tenía un plan claro sobre el cual sustentarse; a que se dedicaría, por dónde empezar. Caminaba descalzo enlazando calles, hasta que, se dio de bruces con un cartel mal escrito con el siguiente anuncio: «Se necesita predicador para los sábados noche». Y, es que, son las cosas las que nos encuentran a nosotros y no al revés. Encaminó sus pasos hacia la puerta raída por el paso de los siglos; iba a llamar cuando ésta, como si detectara al visitante, se abrió ante su presencia. Al fondo del local una señora con más años de los convenientes para ejercer el oficio, la dura tarea del fregoteo y consiguiente recogida de inmundicias desperdigadas por mesas, asientos, suelos…intentaba dar lustre a aquel desvencijado mobiliario a golpe de bayeta. —Buenos días. —Saludó. —Buenos días. Está cerrado. —Contestó la barredera. —La puerta estaba abierta. —Puede, pero aquí no hay nadie, solo yo. —He entrado por el cartel que hay en la puerta. —Pues venga u