LAS SINRAZONES DEL CORAZÓN

                                                                               

Cuando Ed le pidió matrimonio, su corazón palpitó como una patata frita, no por la emoción que pudiera ir contenida en tal petición, sino por el estado de pánico que provocaba en ella semejante solicitud. Era el último deseo que ella podría anhelar.

—«El corazón tiene razones que la razón ignora» …

La diferencia entre ser amado o ser admirado. A menudo se confunden estos dos estados —una vez más aparece el binomio corazón-cabeza— trastocando al ser que va de una condición a otra en clara deriva.

Ed, se presentó con el regalo envuelto en papel de seda y lazo verde esperanza. Ella, lo abrió sin emoción alguna, hasta que el objeto impactó contra su pupila. ¡Una biblia! 

No entendía los motivos ni el mensaje subliminal de aquella elección, pero, a todas luces el regalo aparte de decepcionante, no cuadraba, no se avenía en absoluto con su esencia. Definitivamente esto fue el detonante que ayudó a tomar su ya casi firme decisión.

—¡No me caso! Ni contigo ni con nadie que tenga tan mal gusto para elegir regalos.

«¿Quiere catequizarme? o peor, ¿Combatir mi ateísmo por la vía de la conquista?, este tío es imbécil: descartado. ¡A la mierda!» —Pensaba ella entre sollozos.

—Cuídate, el gusto y los disgustos. —Lo espetó.

Con el corazón, la cabeza y una buena dosis de «tripas» se despidió sin decir adiós.

Su cabeza funcionaba a pleno rendimiento. Del corazón: sin noticias apreciables.

«Los mejores resultados se obtienen cuando la cabeza y el corazón funcionan por separado a su libre albedrío».

Ella no necesitaba «rellenar» espacios vacíos. Él, precisaba con urgencia una brújula.

Cabeceando, sin corazón, así andaba de un lado a otro sin encontrar razón a su descabezamiento. Aquel viaje sin fin, sin propósito alguno, había culminado en un estado de inquietud constante.

—¡No tienes cabeza! —escucha entre latidos la voz de su conciencia.

—Y tú no tienes corazón.

Todo blanco, blancas paredes, blancas sábanas, blancas mesas, blancos uniformes…y, un piiiiiiiiiiiii… blanco, incesante. Su cabeza a punto de implosionar, y, su corazón, latiendo a espasmos.

Los ruidos cesaron…todo blanco; al fin su cabeza envió la orden precisa: descansa corazón.

 








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