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VUELO RASANTE #MICRORRELATO

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  Desde la casa que un día abandoné salí a volar desperezando el pinzamiento que los inoportunos cepos mentales habían instalado en mi motor. Alcé el vuelo hacia el infinito dejando libre un horizonte de nubes, abriendo camino al casi siempre futuro imperfecto.

LA PUERTA I

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  Una mañana más intenté hacer todas las cosas estúpidas lo más rápidamente posible, todas esas minucias impuestas por la ley de lo llamado imprescindible, para lograr proyectarme en lo que realidad me importaba. Mi padre y yo tenemos una relación difícil y, en mi precipitación, corro el riesgo de que su obtusa forma de mirar relegue mi condición de hipotético favorito a un sucedáneo envasado al vacío. Anoche mi sueño fue peor que el de hace dos semanas en el que subía a un taxi cuyo conductor no entendía mis indicaciones y me depositaba en un campo baldío sin muestras de vida ni vegetal ni humana, solo un sembrado de cráteres que desprendían un olor nauseabundo. Miré hacia atrás, una cámara grababa cada una  de mis huellas, quise romperla, pero, mis pasos, en el intento de acercarse a ella retrocedían con cada ensayo. Desperté; la sábana húmeda alcahueteaba lo ocurrido en mi habitación durante la noche, muy probablemente creado por el subconsciente que ahora quería florecer para

LA IRRACIONALIDAD DE CUPIDO

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  La irracionalidad de los sueños tiene la paradoja de que al despertar solo queda un poso de desazón, o de alegría, dependiendo del sueño que nos haya arrebatado el espíritu y de la naturaleza del mismo, así como del posible desasosiego en cuestión.  Delfina había pasado la noche soñando con un grupo de cazurros encaramados al banco de piedra que llevaba incrustado en la plaza un siglo, dos, tres…nadie sabía con certeza el tiempo transcurrido desde su emplazamiento; diversas leyendas inducían a pensar que fueron los romanos quienes lo adosaron allí por la era de matusalén. Antes de que esta absurda imagen se implantara en el sueño de Delfina, el grupo, aparecía en la cantina y, entre chato y chato de vino con los cerebelos recalentaós idearon la descabellada apuesta a la que Celestino puso letra: —El primero que descabalgue del banco ha de pedir matrimonio a Delfina. Los mozos se miraron de refilón, bizqueando en un ridículo gesto causado por el vino que llevaban ingerido ent

LA CHARCA MALDITA

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  Desde el infortunado día en que un hechizo lo convirtió en sapo, anduvo en busca de la principesa capaz de devolverle su primigenio estado, una principesa especial sin atisbo de similitud con las que aparecen en las fábulas; a la espera de que el estallido de su hipotético y despampanante beso obrara el milagro.  El mismo maleficio que un día lo convirtió en sapo lo llevó a aquella habitación con la fantasiosa idea de que el beso Principesco trasmutaría su actual anfibiosidad a su antropomórfica naturaleza. Engaño, ensoñaciones. Suele ocurrir que el beso de la principesa equivocada puede enviarte a la charca donde la maldición tomó cuerpo y, de la antropomórfica forma, pases de nuevo a tu paupérrima vida de sapo. El ósculo errado lanzó su efímero cuerpo contra la charca donde todo ocurrió, en la que había permanecido embarrado por siglos.   Allí seguiría antes de volver a intentarlo otras tres mil o cuatro mil ocasiones más con el resultado de: principesas uno, sapo cero.

DESHABITADO GALIMATÍAS

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  El hábito que yo habito vive en mí desde que mis hábitos construyeron mi forma de habitar el mundo.  No hay hábito que pueda transformar la forma de habitar el yo. O quizá construí mi propio hábito cuando hube habitado el hábito de tu habitado habitar. El hábito que habité ya no habita en mí desde que cambié de hábitos cuando la glacial noche se aposentó entre mis pliegues. Mis hábitos, deshabitados y huérfanos, desnudos, aquellos que yo hube habitado, hoy solo son sombra hecha jirones, aquella que un día yo habité.

INTERMITENCIAS

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Tirsa nació con un síndrome raro: «Síndrome de la Intermitencia», sintomatología de escasa investigación hasta ese momento, lo que hacía difícil la objetividad sobre diagnóstico y tratamiento. La primera fase de una enfermedad es muy confusa y da así errores garrafales a la hora de encontrar remedio. Como es natural no fue hasta alcanzar la cualidad mamífera de enderezarse y dar el primer paso que, sus allegados, se apercibieran del hecho, más que nada porque no había habido ocasión de ponerlo en manifiesto.  Desde ese momento todo en ella fue intermitente; daba un paso hacia adelante y, como si se arrepintiese, inmediatamente retrocedía dando otro paso para atrás. Lo mismo para cada acción por más prosaica que fuera: llevarse la cuchara a la boca para dejarla al instante en el plato; sola, desarraigada, la cuchara debía preguntarse el porqué de su abandono. Lo mismo que debieron pensar las sábanas de su cama, la bañera, el inodoro… No resultaba nada fácil para su entorno familiar

UNA PIEDRA EN EL BAÚL

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  En el baúl heredado de su tío Urbino, el indiano, se hallaban una serie de paraguas mágicos con poderes para parar cualquier regular tormenta correspondiente a la estación del año en que este se hallara. Hasta que un buen día el baúl desapareció y en la huida dejó a Urbino II fuera de la zona protegida de la que fue benefactor hasta ese día maldito y negro de no importa que mes, año... Quince años atrás cuando Urbino II aún estaba en la escuela, una tarde a la salida de ésta y camino a casa vio pasar una enorme nube negra que abarcaba la porción de cielo que ocupaba aquel espacio y se posaba cual si fuera un techo sobre la superficie del pueblo. El cielo que hacía un rato era de un azul intenso había mudado a un gris más intenso todavía. Todo era silencio, ni un trueno, ni un relámpago, lo que incrementaba su miedo. Le invadió una desazón que evolucionaba a medida que la nube crecía: «¿Y si el sol queda ocultado para siempre? ¿Y si a partir de aquí estamos condenados a vivir bajo e

LOS PASOS DEL SILENCIO

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  Las calles recuerdan la savia que un día inundó el deambular de pasos que, llevaban en su impronta un destino preestablecido.  Nadie sabía entonces del olvido futuro en el que se instalarían los gritos silenciosos de la vida que por ellas transcurrió. Al pasar del tiempo cuando lo que queda por delante es mucho menos que lo ya transcurrido, transitar los muros vacíos, las soledades impuestas, el musgo que crece en la humedad de mil llantos apagados, retomar caminos empedrados en cuyos adoquines quedaron impregnados mis orígenes…es misión que no admite excusa. Mientras la vida va contando sus días y las hojas del calendario caen como en un eterno otoño, rememorar la cuna se convierte en un ejercicio persistente. Volver la vista, escuchar las voces que el tiempo ha silenciado, las risas, las carreras de los infantes al abandonar la escuela, el abuelo sentado al sol mientras el cigarro va dejando un surco amarillo alrededor de su boca que, durante ese tiempo se consume convirtiéndos

CACTUS

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  Con su disfraz de cactus engañó al mundo. Debajo de la áspera y espinosa envoltura se escondía una sutil orquídea. Protegida con su armadura cruzó los charcos, se sentó al crudo sol del desierto, Cruzó ríos de lava, pero, nada podía herir su auténtica identidad. Estaba a salvo. Con estoicidad de guerrero mongol venció dragones, esquivó espadas… Nadie en el orbe acertó a ver su verdadera identidad. Cuando la vida vino a cobrar su tributo, la ruda carátula dejó al descubierto La fragilidad de la flor que, la vida ocultó con su manto de espinas evitando ser dañada. El disfraz no pudo engañar al cobrador del tributo final.

HE HECHO TRAMPA CON LAS PASTILLAS

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  Upropia había recelado durante toda su vida del gremio medicalense.  No se fiaba; no lo hacía por desconfianza, era su olfato el previsor, el inductor a enfrentarla a aquellos «botoncitos» de colores, de gusto raro y de aún más raro si cabe, su dudosa efectividad, por no hablar de los efectos no deseados, provocados en cada célula corporal con nulos resultados efectivos, por más que proclamara sobre ellos mil bendiciones el clan de atuendo pijamil. Con cada dato obtenido tras la lectura impresa en los respectivos envases de anodinos colores, Upropia, elaboraba un riguroso informe interior por supuesto no compartido ni con su almohada. Fuera de toda desconfianza, habiendo pasado de ella, vino a toparse con la certeza de lo acumulado en su cabeza desde hacía lustros: «esto no solo no me curará, sino todo lo contrario». —Se dijo; tenía por costumbre hablar para sí. En las siguientes semanas dedicó por entero sus horas en la elaboración de plan, tesis, ruta…o cualquier otro sinón

ME RINDO

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Me rindo ante los ojos asombrados de un niño, Me rindo ante la fuerza del mar, Ante el ímpetu de la cascada que va desgastando la roca, Me rindo ante el pozo seco de lágrimas de una madre, Ante el abrazo desinteresado de un hijo, Me rindo ante el gesto de una mano tendida que, implora sin palabras la benevolencia del caminante que pasa sin mirar… Me rindo ante los ojos bajos que recogen limosna sin atreverse a gritar. Me rindo ante los gritos sordos de mil millones de mujeres sometidas por el orden establecido de unas mentes repletas de la más cruel e ignominiosa ignorancia.  Me rindo ante su batallar, ante su dignidad, ante su valentía. Me rindo ante mis sueños imposibles y, despierto sobre una almohada derrotada que, a duras penas se afana por tragar su rendición. He llegado a la Portada de @bloguers_net ! Pásate y visita mi post: ME RINDO. Cuando rendirse es la opción https://bloguers.net #blog #portada #Bloguers_net

LAS ARISTAS DE LA GEOMETRÍA

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Aquella vieja bicicleta había trasportado su cuerpo durante años; hasta que sin previo aviso llegó el día en el que se rebeló contra todo lo establecido; no se sabe que ley hasta el momento dictaba cual debía ser la forma sin opción a cambio de la máquina en cuestión. Cuestión esta reaccionaria por demás, dejando de lado todo progreso a la hora de añadir, quitar o restaurar partes al mecanismo del velocípedo. Fue entonces que él tomó la decisión de oponer aquel amasijo metálico al tránsito del suelo duro, inmune a los sentires y, transformando su caduca osamenta mudó la geometría de lo que hasta entonces había sido su medio de transporte.  Nadie sabe si fue de esa manera que consiguió llegar a la meta, lo cierto y seguro es que, allí donde se posaba a contemplar el horizonte, aparecían furtivas miradas creyendo ver en el artefacto metálico el invento de un loco capaz de trasformar lo que hasta entonces había sido de clara utilidad en un utensilio cuando menos, peculiar. De su uso queda

LA MONJA. (III Y ÚLTIMA PARTE).

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Al separarte, agotado del abrazo paragüistico, escuchas su primer murmullo:  «¡Eres tú!, ni en sueños hubiera imaginado encontrarte en mi nuevo universo».  Tú asientes, mientras, ella mira para otro lado con ademán displicente, adelantando un pie para marcharse, como intentando disimular el aburrimiento que le provocaba aquella inesperada situación, como si una fuerza invisible tirara de ella para llevarla fuera de ese escenario. Se despedirá con la excusa de volver a verte, tú, sabes qué, eso  es  un pretexto y, que es muy probable que no vuelvas a tropezarte con ella.  Ella pondrá  todo  su  esfuerzo en que así sea. Tú, le dedicas una sonrisa a modo de regalo, el último presente por lo que nunca fue sino soñado y, quizá, eso es lo mejor que pudo pasarte, pues tu condición de reaccionario recalcitrante no hubiera admitido la libertad que inundaba una personalidad como la de ella. Sigue tu camino. Busca una chica común, corriente, como tú. Cómprate un pisito en las afueras, trabaja