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MEMORIA DE UN GIRASOL

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«Solo tener un girasol me haría muy feliz». Quiso escribir sus memorias, pero solo recordó el hatajo de mentiras elaboradas a beneficio propio. Recuerda cuando nada pasaba cuando el tiempo parecía plano y un minuto caía sobre el siguiente sin causar sobresalto. Esa edad platónicamente relegada a un presente cautivo. Noches eternas que duran noventa horas escribiendo sobre la nada como el eterno profesor de escritura que en vano espera terminar su novela, esa, que lo encumbre a la fama, al paraíso dionisiaco de los diletantes. Un pitido alumbra la pantalla del teléfono antiguo, apagado la más de las veces como manifestación patente de su misantropía… —¿Diga? —Del otro lado un silencio atronador como única repuesta… A través del ventanal se divisa un campo de girasoles que coquetos hacen guiños a un impuntual amante. Amanece. 

MANOS

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  Había subido al barco sin meditar demasiado en cuál sería el destino en el que habría de desembarcar. Ir venir de pasos confusos buscando el lugar de su acampada. El día que descubrió el error en la elección del rumbo tomado de forma casi automática recogió los primeros bártulos que creyó imprescindibles para lo que se disponía a llevar a cabo. A medio instalar descubrió con desagradable sorpresa la inconveniencia de tener que compartir habitáculo. No era propensa en absoluto a socializar por lo que el encuentro con su compañera de cubil se limitó a un ‘buenos días’ acompañado de un rictus entrecejil. —Buenos días, mi nombre es Nadia. ¿Cómo está usted? espero que podamos disfrutar de la mutua compañía. —Disculpe me duele terriblemente la cabeza. Solo quiero echarme y descansar, —Contestó Malia desde la impostura elegida para su alias con una antipática sonrisa-mueca—. Su compañera no sabía cómo actuar, cuál era la reacción apropiada con la que contestar aquella brusquedad

EL SOL, UN TRIGAL, Y YO

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  Soñé entre trigales. Divisé una figura que bailaba con las nubes. Soñé entre trigales que bailaba con las nubes. Solo fue un sueño. Durante ese tiempo fui feliz. Todo quedó difuminado cuando el sol apareció por el este llevándose consigo del brazo como haría un maquinador amante, los sentires de su amada. A la luz del día no está permitido soñar.  ¡Esta publicación « El Sol, Un Trigal, Y Yo »  ha llegado a la Portada de Bloguers.net!

EL COSTE DE LOS DÍAS SIN SOL

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  No extrañéis dulces amigos que mi frente esté arrugada. Mi espalda cual acordeón anudada al corazón de una tierra desierta de manos ayudantes. En el olor de un último abrazo, aprendí a decir «No». Nudos que embargan el consuelo de un contacto. Lágrimas empolvadas en un desván de cobardía. En la tarde olvidé el coste de la cuesta. Llegó otra estación con empacho de días sin sol. Las nubes arrojaban una legión de cuervos que en vuelo rasante se estrellaban contra el suelo provocando una explosión de desamparada negrura. Mientras, mi piel apergaminada no aparecía en el espejo.

EL PIANO

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  Los pasos perdidos de mil siglos vagabundos por caminos de arena y piedras piramidales, por mares de cantos rodados, amén de sus abiertas heridas donde vienen a posarse insectos vampiros que absorben el manantial de néctar rodante por entre los dedos de unos peregrinos pies.  Entre sendas desconocidas buscan el descanso impreso en las notas de una canción que, a lo lejos, desacompasada, suena como un llamado a encontrar la paz que un día se perdió a través de las ruidosas notas de una burda canción. Esta publicación  El Piano. Ruidosas Notas  ¡ha llegado a la Portada de Bloguers.net!

NO ES MÚSICA TODO LO QUE RELUCE

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  Estaba justo enfrente del lado opuesto a la salida cuando las puertas se abrieron y, el hasta entonces vagón poblado de robóticas figuras silenciosas, absortas en los infernales destellos de sus pantallas, se abrió paso la música de una pequeña banda local que, inusualmente visitaba la ciudad con el fin de animar a su equipo deportivo enfrentado hoy a un claro y superior rival. No entiendo nada de himnos y banderas, mi analfabetismo deslustrado en estas materias no me permitía ubicar al grupo, pero ¿Qué importancia podía tener eso? Mis posaderas tomaron sin permiso posesión de mi esqueleto y comenzaron a balancearse a su antojo, dicho queda que, de forma totalmente automática, y, como quiera que sea que aquel gaznápiro integrante de la banda debió tomar la cadencia de mi grupa como signo de provocación, posó su mano sobre mi anca mientras aplicaba un refriego de forma circular como si quisiera sacarles brillo. Al igual que mis caderas se habían movido como un acto reflejo, mi m

EL TÚNEL DE LAS LÁGRIMAS

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Estaba justo enfrente del asiento sobre el que descansaba un libro olvidado:  «El túnel».  Pensé en la correlación entre título y tránsito presente. Alargué mi mano al tiempo que iniciaba el gesto de recogerlo cuando alguien con la rapidez de una nave interestelar sujetó mi brazo al grito de:  —¡Es mío!  Apenas entoné una disculpa mientras el individuo regresaba junto a la mujer que esperaba la continuación de la discusión ejecutada a pleno pulmón desde el otro lado del vagón. Gritaban, zarandeándose mutuamente. Desde un rincón una niña lloraba. Solo pude pensar en la metáfora que representaba el túnel por el que transcurren todas las miserias de la vida. En ese momento y sin poder apartarme de la figura de la niña pensé que era el llanto más triste que jamás había visto en mi vida. Sentí aquel llanto como la más triste contemplación de todo lo pasado por mi existencia. No pude apartar la vista de la niña. El tren se detuvo en la siguiente estación ignorando los gritos silenciosos de l

LA ESTACIÓN ESCARLATA

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  Estaba justo enfrente del cartel anunciador de la próxima parada. Una hora absurda como todas las del amanecer de principios de una semana más, otra improductiva semana. Día a día vagando hacia la esclavitud de un mal entendido sobrevivir a base de dejar la impronta de la propia existencia. No me miró. Clavó su daga sobre mi escápula de la que acto seguido emergió un río escarlata buscando desembocar en el mar de mis pies. Mientras caí al suelo solo pude pronunciar su nombre. La megafonía anunciaba: «Por motivos de seguridad este tren no realizará parada en la próxima estación».

VOLANDERAS

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Los sueños de un niño flotan en el interior del globo que, poco a poco, a medida que sus años en común toman altura, mutará estos en realidad o en impotente desaliento. El cielo prometido se fue de parranda con la inocencia. Una cabeza plateada al fondo sujeta el hilo añoso de un globo que se resiste a partir. …Y detrás se escucha la melodía de un viento huracanado encargado de hacer el resto… Sueños de aire. Sueños flotantes. Sueños voladores. Son los sueños de quienes anteponen la inocencia de un niño a la realidad altanera de la adultez.

EL MAR QUE NO HABITO

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  Que el mar no vea mi rostro. Que el mar no pueda ver mi cara, mis ojos, Que no escuche mi llanto, que no vea, que no sepa de mí. Que no pueda apercibirse de mi enamoramiento hacia él, Que no sea capaz de extender su brazo de espuma y alzarme en volandas, depositarme en su tálamo, hacerme su esposa. Libre me quiero, Libre lo quiero a él. Libre para cantarme al oído la melodía emergente de su fondo a la que el enjambre que lo habita le pone letra. Libre mar, libre soy en mi escondrijo de arena y espuma. No me mires, No borres mi rostro con tu espuma de plata, Enamorada de ti, Quiero la contemplación eterna que mi máscara oculta.    

LA ALAMEDA DE LOS SUEÑOS

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  Recuerdo un tiempo de rosas, De jardines mojados, De charcos sorteando el suelo de la alameda. Recuerdo que una vez hubo un cielo plagado de sueños. Recuerdo a un niño agarrado a su madre, huérfano de pesadumbres. Recuerdo que un día soñé con jardines mojados por una infinita lluvia que llenaba charcos, Que, mojada mi alma,  Quedaba a la espera de un irreverente sol.   Sueños que un colérico aguacero no consigue borrar.

NI FÚ, NI FÁ...SINO TODO LO CONTRARIO

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    Amapola buscaba concienzudamente debajo de las piedras en  tanto iba dibujando eclécticas efes, fulminando falsas galantes galerías, hartándose de hurtar imaginativos imanes. Junto al karma kinesiológico se adjuntaban lánguidos lamentos, lejanos lugares, limosneros mañaneros, mientras, misteriosamente, manteó, ninguneó ñoñamente, las ñapas opresoras, esas pequeñas pajarracas que resistieron sutilmente todo un vivero de webs xilófagas y zalameras.   —IGNORA CON LA PALABRA Y CON LOS GESTOS. Ignorar es la mejor manera de no dar valor al comentario. Ni pidas una explicación, ni te enojes, ni mires con ojos ofendidos. Simplemente ignora—.

LA SONRISA QUE LO CAMBIÓ TODO

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                                                                                 El día en que todo acabó venía como todo lo que acaba con un nuevo comienzo bajo el brazo, un brazo amenazante en principio, pero, que habría de conocerse en un futuro que desmentiría lo que en un principio pareció querer mostrar. Un campo de amapolas, un sembrado colorido. Una hacienda olvidada poblada de lagartijas. Y, de repente, Hermenegildo transfigurado en descubridor de parajes ocultos se da con ella de bruces. Hermenegildo, aventurero procaz se había cruzado por lo largo y ancho de sus correrías con todo tipo de paisajes y lugares desconcertantes unas veces, insólitos otras, y, tenebrosos en alguna que otra ocasión. Esta vez como todas las anteriores se adentró en los restos de la casa en ruinas esperando encontrar vestigios de lo allí vivido o algún rastro de quien habitó entre lo que ha terminado por comerse la naturaleza. Con cada paso se iniciaba un concierto que proporcionaban los acordes de l

EL ÉXODO DE LA PALABRA

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  Con el entusiasmo con el que un niño abre sus regalos en reyes llegué a casa dispuesta a desembalar mi tesoro, adquirido en la pequeña librería de la que venía gozando hace años. Tomé posesión de mi silla junto al escritorio y me dispuse a dar buena cuenta en mi maravillosísimo cuaderno de tapas doradas y, todavía vírgenes hojas, administrándole una dosis de fantasía, y sobre todo y por todo del momento dulce que me cobijaba en ese siempre imprevisible presente. Invité a la palabra para que acudiera rauda a mi cita con el papel. Invité al lápiz a la pluma a la tinta y a la goma de borrar. Solo la última acudió a la cita, la que a través de su materia convierte en blanco todo lo que antes había quedado impreso en negro… Mi fiesta convertida en infausto funeral. Mi cuaderno a la espera de que estos figurantes quieran aceptar la invitación duerme en una esquina redonda el sueño de los incansables optimistas.

LOS ABRIGOS DE ENTRETIEMPO

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  Mi tía Concha era una posmoderna. Una posmoderna en todo por todo y para todo. Hubo un tiempo en un país muy lejano en el que las señoritas de postín organizaban sus armarios según la estación del año. Entre los muchos enseres había uno a su criterio, imprescindible: el abrigo de entretiempo. Abrigo de entretiempo que por entretiempos pasó de su postinera impronta a prenda trasnochada por razón de la materia: los entretiempos habían pasado a mejor vida llevándose con ellos la protección de estas prendas a las que el tiempo concedió la cualidad de obsoletas. Huérfanas aparcadas en un rincón del almario*. Mi tía Concha me dejó un caudal abrogatorio digno de una princesa, y por añadidura, lo complejo de cómo administrar dicha herencia. No necesité darle más de dos o tres vueltas a la cuestión. —«Si el entretiempo se ha ido de parranda crearé mi propio período de tiempo próximo al verano de temperatura templada y suave». …Y los chicos se reían al verme pasar puesto que nada d