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VOLANDERAS

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Los sueños de un niño flotan en el interior del globo que, poco a poco, a medida que sus años en común toman altura, mutará estos en realidad o en impotente desaliento. El cielo prometido se fue de parranda con la inocencia. Una cabeza plateada al fondo sujeta el hilo añoso de un globo que se resiste a partir. …Y detrás se escucha la melodía de un viento huracanado encargado de hacer el resto… Sueños de aire. Sueños flotantes. Sueños voladores. Son los sueños de quienes anteponen la inocencia de un niño a la realidad altanera de la adultez.

EL MAR QUE NO HABITO

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  Que el mar no vea mi rostro. Que el mar no pueda ver mi cara, mis ojos, Que no escuche mi llanto, que no vea, que no sepa de mí. Que no pueda apercibirse de mi enamoramiento hacia él, Que no sea capaz de extender su brazo de espuma y alzarme en volandas, depositarme en su tálamo, hacerme su esposa. Libre me quiero, Libre lo quiero a él. Libre para cantarme al oído la melodía emergente de su fondo a la que el enjambre que lo habita le pone letra. Libre mar, libre soy en mi escondrijo de arena y espuma. No me mires, No borres mi rostro con tu espuma de plata, Enamorada de ti, Quiero la contemplación eterna que mi máscara oculta.    

LA ALAMEDA DE LOS SUEÑOS

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  Recuerdo un tiempo de rosas, De jardines mojados, De charcos sorteando el suelo de la alameda. Recuerdo que una vez hubo un cielo plagado de sueños. Recuerdo a un niño agarrado a su madre, huérfano de pesadumbres. Recuerdo que un día soñé con jardines mojados por una infinita lluvia que llenaba charcos, Que, mojada mi alma,  Quedaba a la espera de un irreverente sol.   Sueños que un colérico aguacero no consigue borrar.

NI FÚ, NI FÁ...SINO TODO LO CONTRARIO

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    Amapola buscaba concienzudamente debajo de las piedras en  tanto iba dibujando eclécticas efes, fulminando falsas galantes galerías, hartándose de hurtar imaginativos imanes. Junto al karma kinesiológico se adjuntaban lánguidos lamentos, lejanos lugares, limosneros mañaneros, mientras, misteriosamente, manteó, ninguneó ñoñamente, las ñapas opresoras, esas pequeñas pajarracas que resistieron sutilmente todo un vivero de webs xilófagas y zalameras.   —IGNORA CON LA PALABRA Y CON LOS GESTOS. Ignorar es la mejor manera de no dar valor al comentario. Ni pidas una explicación, ni te enojes, ni mires con ojos ofendidos. Simplemente ignora—.

LA SONRISA QUE LO CAMBIÓ TODO

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                                                                                 El día en que todo acabó venía como todo lo que acaba con un nuevo comienzo bajo el brazo, un brazo amenazante en principio, pero, que habría de conocerse en un futuro que desmentiría lo que en un principio pareció querer mostrar. Un campo de amapolas, un sembrado colorido. Una hacienda olvidada poblada de lagartijas. Y, de repente, Hermenegildo transfigurado en descubridor de parajes ocultos se da con ella de bruces. Hermenegildo, aventurero procaz se había cruzado por lo largo y ancho de sus correrías con todo tipo de paisajes y lugares desconcertantes unas veces, insólitos otras, y, tenebrosos en alguna que otra ocasión. Esta vez como todas las anteriores se adentró en los restos de la casa en ruinas esperando encontrar vestigios de lo allí vivido o algún rastro de quien habitó entre lo que ha terminado por comerse la naturaleza. Con cada paso se iniciaba un concierto que proporcionaban los acordes de l

EL ÉXODO DE LA PALABRA

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  Con el entusiasmo con el que un niño abre sus regalos en reyes llegué a casa dispuesta a desembalar mi tesoro, adquirido en la pequeña librería de la que venía gozando hace años. Tomé posesión de mi silla junto al escritorio y me dispuse a dar buena cuenta en mi maravillosísimo cuaderno de tapas doradas y, todavía vírgenes hojas, administrándole una dosis de fantasía, y sobre todo y por todo del momento dulce que me cobijaba en ese siempre imprevisible presente. Invité a la palabra para que acudiera rauda a mi cita con el papel. Invité al lápiz a la pluma a la tinta y a la goma de borrar. Solo la última acudió a la cita, la que a través de su materia convierte en blanco todo lo que antes había quedado impreso en negro… Mi fiesta convertida en infausto funeral. Mi cuaderno a la espera de que estos figurantes quieran aceptar la invitación duerme en una esquina redonda el sueño de los incansables optimistas.

LOS ABRIGOS DE ENTRETIEMPO

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  Mi tía Concha era una posmoderna. Una posmoderna en todo por todo y para todo. Hubo un tiempo en un país muy lejano en el que las señoritas de postín organizaban sus armarios según la estación del año. Entre los muchos enseres había uno a su criterio, imprescindible: el abrigo de entretiempo. Abrigo de entretiempo que por entretiempos pasó de su postinera impronta a prenda trasnochada por razón de la materia: los entretiempos habían pasado a mejor vida llevándose con ellos la protección de estas prendas a las que el tiempo concedió la cualidad de obsoletas. Huérfanas aparcadas en un rincón del almario*. Mi tía Concha me dejó un caudal abrogatorio digno de una princesa, y por añadidura, lo complejo de cómo administrar dicha herencia. No necesité darle más de dos o tres vueltas a la cuestión. —«Si el entretiempo se ha ido de parranda crearé mi propio período de tiempo próximo al verano de temperatura templada y suave». …Y los chicos se reían al verme pasar puesto que nada d

LA HUIDA

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  Bajo un cielo cargado de estruendos y luces que iluminaban con sus rayos la noche más negra de aquel mes de febrero, vino al mundo Valentino entre gritos de la madre, lamentos y truenos de un cielo que amenazaba con caer sobre aquella tierra dura como el pedregal. Pareciera que todo el conjunto unido quisiera ser una admonición de lo que sería a futuro la vida del muchacho. Valentino, nombre impuesto en honor a su abuela Valentina nada tenía que ver con su idiosincrasia pues desde que echó el primer diente quedó de forma manifiesta su endógena cobardía.  A medias de su crecimiento cuando el disminuido grupo de chiquillos que aún quedaba en aquel paraje pasaba las horas muertas entre riscos planeando batallas sin comando ni dirección, él, esperaba al abrigo de un matorral a que bajaran para volver seguro al pueblacho. La muchachería le regalaba en cada escapada una serie de epítetos a cuál más cruel gritándole en su cara lo extravagante de su acción —inacción, más bien— y lo poco

CÍRCULO SUSPENSO

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  …Y la muerte pasó de largo cuando el niño burló su autoridad insertando el último círculo de vida en lo que a lo largo de siglos fue la segadora de ilusiones.   El juego de la vida comienza entreverando los círculos en el devenir de los días hasta llegar al último aro. La inserción o no de este decidirá quién será el vencedor de la batalla.  

SILENCIO

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  Silencio que con su diletantismo enmudece los cañones.  Un silencio que pesa quintales. Un silencio con peso de pluma. El silencio atronador de unos labios cosidos a balazos. El silencio explícito de los ojos imposible de acallar cual órganos irreversiblemente enmascarados, y, sin embargo, recitan todos los versos que pudieran ocupar kilómetros de papel en blanco. El silencio azul de las nubes arcanas tras los andamios inhibidores cual pantallas ocultadoras del lienzo pintado en un firmamento gris, amargo, irredento. Silencio pesado cual losa marmórea. Silencio liviano de plumífero lecho. Silencio de cementerios de cuyos vacíos sepulcros se eleva el grito que jamás fue escuchado. Silencio limpio. Silencio cobarde, amordazador de llantos de hambrientas bocas que resuenan sordas, que enmudecen las balas criminales testigos de la cobardía de generales locos. El silencio de unos brazos alzados que gritan clemencia…el silencio traidor de la ráfaga de balas que los in

LIENZO EN BLANCO

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  Sábana blanca, dorada por la acción de la luz ondulante de los sueños. Sueño desierto, Sueño sediento, Sed de fulgor áureo y eternamente níveo. Invariablemente dorada luz perpendicular rodeando el lecho con sus refulgentes brillos, flanqueando el sueño de escapar por entre las ondulaciones del desierto de tu cama. Luz calma, Luz, calmado esplendor que agita el deseo de ser la franja dorada tornándose vestido que envuelva tu cuerpo. Desde mi fortaleza blanca, entre finas ondas de tierra dorada, en la espera de levantar el vuelo, un resplandor alba alumbra mi cama. Cual rayo de luz ilumina el sueño de lo posible mientras la luz pálida del amanecer me lleva hasta el confín de tu sueño. Los pliegues de mi lecho se alían con el fulgor que circunda el espacio y huyen para reposar en ti entre el brillo dorado del deseo Sábanas blancas bamboleándose ejecutan un baile mientras inician la huida por la ventana. Se unen a sus compañeras inmaculadas, guardianas del marco ventana

EL PARTO DE LA FRÍA ROCA

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  El parto múltiple de una roca: Una formación rocosa. Un alumbramiento inesperado. Una roca hecha mujer. Una mujer hecha roca. Un desierto de rocas. Una interpretación rocosa. La madre de todas las piedras. La abuela del pedregal. Las piedras madre, frías, ausentes. Al frío calor de una roca se acoge el gélido corazón de una mujer piedra. La roca dura. La roca dúctil. La roca engarzada. La roca rodante, la roca preocupante, la preocupada roca. La roca presa. La roca libre. La roca afilada de cuyo borde emana la sangre acumulada de los incautos que un día osaron tocar su filo. Roca desmayada. Roca, desmadejada en guijarros buscadores de asociación con su gris dentadura que asoma sus fauces al temerario saltador de peligros. Roca dura de tus ojos, envuelta en niebla se retuerce y, rueda en cascada muda. Mientras, el granito se desprende en duro polvo por el desfiladero donde gota a gota cae enmascarando su crudeza.    

EL SATURNAL SILENCIO DE LOS EMPLUMADOS

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Un chamizo de pajas y barro hecho con pretensión de casa, y, delante, un gallinero equiparable a lo que de ser cierta tal existencia habría sido el Arca de Noé . Un revuelto de bichos susceptibles todos ellos de ir al puchero con el añadido de ofrecer otra producción además de su carne. Acalia leía en los ojos de sus gallinas el estado emocional que les acompañaba en cada circunstancia, ya fuera el hambre por no recibir su menú a tiempo, ya fuera porque el gallo no les prestara la atención solicitada por las aladas o por el contrario, que se pasara de «atento» …Y ahí entraba Acalia en acción castigando al chulo con el aislamiento en una jaula hasta que las ganas de joder se consumieran. Poseían las emplumadas otro don: el de revelar el parte meteorológico a través de sus pupilas si bien este talento solo era percibido por su dueña. Acalia que en su vida pisó la escuela había adquirido todos sus conocimientos observando a sus animales. La mañana en que se celebraba la Saturnalia, a A

A LOS HIPOTÍMICOS NO LES GUSTAN LAS CROQUETAS

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  «A LOS HIPOTÍMICOS NO LES GUSTAN LAS CROQUETAS».   —A pesar de los hipotímicos que nos cruzamos ayer… ¡Qué bien se nos dio la tarde!    —1ª enrulada. —Yo me agencié dos pares de zapatillas, un chándal, tres fundas de móvil y un paraguas que nunca viene mal tanto si llueve como si no. — 2ª enrulada. —Por cierto, ¿y toda esa gente quemando la ciudad de que se quejaba?   —1ª enrulada. —De que no hubiera más días al año para celebrar la libertad de expresión. —2ª enrulada. —¡Qué guasa tienes Maripili! —1ª enrulada. ¡Brindemos por esto y por unas cuantas tardes más como estas, así, sin hacer croquetas!… Así me anuncian la llegada del post a la portada: ¡Felicidades! Tu publicación  A Los Hipotímicos No Les Gustan Las Croquetas  ha llegado a la Portada de Bloguers.net!

EL FINAL SOLO ERA UN NUEVO PRINCIPIO

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  El presunto propietario de aquellas huellas llevaba un calzado a todas luces inadecuado para el camino que pretendía hacer suyo. Una vez llegado al final del primer tramo, sus escarpines antiacuáticos influirían de tal forma que, el tramo final no sería cruzar el océano sino convertido por los hados en sireno, pernoctar en la vasta llanura abisal desde donde debería esforzarse en superar su machacona misantropía. Pero,…siempre el inesperado e invasivo  «pero», esa maldita entre todas las conjunciones adversativas creada para trastocar los más arraigados principios. Una embrujadora sirena aparece ante él…y… Nunca digas que jamás cambiarás. El universo se encarga de jugar por ti. 📷 Marc Riboud

TALASO

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  Talaso, siempre soñaba con agua. No conocía el mar. Había nacido entre pastos, praderas, montañas y valles poblados de animales, de los que hacen compañía y, de los proporcionadores de sustento a los habitantes de aquella comarca. Soñaba con agua. Soñaba cada noche con agua. Tan reales eran sus sueños que amanecía inundado para disgusto de la madre, desesperada ante aquel incidente diario. De su incontinencia nadie adivinaba el motivo ni nadie tenía el remedio que hubiera sido el consuelo de su progenitora. Talaso, como cada noche soñaba con agua. Talaso, cada mañana amanecía empapado.  Mientras, por el camino, a un lado y al otro, vacas, ovejas, cabras…pastaban con deleite; lo veían pasar ensimismado, siempre, siempre, pensando en agua… —Talaso, cuando cumplas doce años te llevaré a ver el mar. —Le dijo un día su abuelo. No pudo ser. Una tarde al volver de la escuela se topó con un grupo de plañideras a la puerta de su casa. De inmediato supo lo que había pasado. Se encerró en su cu

CASTILLOS DE AIRE

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  Al albur de una esperada era que, no terminaba por dar la cara decidió construir para sí un castillo que lo elevara a lo más alto del pensamiento hiperbólico.  Que desde las alturas consiguiera atisbar el yo. —¿Quién soy? —¿Por qué yo? Y, desde su aporía recorría de lado a lado la pasarela cual autómata hasta perder la conciencia de lo que rodeaba su construcción. Lanzó su erotema hacia el infinito y, el eco que siempre está ahí, al acecho, respondió con lo que para él sería otra aporía: «El mapa no es el territorio». El puente ascendía de forma lenta, pronosticador de tantos venideros días solitarios.